jueves, 14 de octubre de 2021

FRENTE AL BOTELLÓN, EL MACROBOTELLÓN

El martes día 5, siguiente al parón de Whatsapp y demás compañías de Facebook, se pudo ver y oír en el telediario-noche de la 1ª cadena a una joven que cuando le preguntaron si lo pasó mal la mañana anterior se retrató culturalmente al responder: “¿Mal? Fatal. ¿Qué podía hacer, leer un libro?”

En el párrafo anterior pretendo significar una representación de una tribu social de la Juventud española de las que protagonizan, aunque como veremos no solas, el farragoso asunto de los botellones. Y como esto ya no es nada nuevo, me apoyaré en los criterios de expertos y sociólogos de antes y de ahora que han opinado o escrito sobre el tema. Y, por tanto, también oiremos la voz de jóvenes más cualificados, sin olvidar a la gente corriente que sufren el botellón sin avistar por ahora ninguna “vacuna” que los pueda inmunizar.

Por lo visto tenían razón los que opinaban que los botellones no eran consecuencia del cierre del ocio nocturno por la pandemia, y que cuando finalizara el toque de queda y se reabrieran bares y discotecas no desparecerían, porque ya son una diversión barata que no importa que sea perjudicial y de riesgo, sino todo lo contrario, es un aliciente más para haberse impuesto entre los jóvenes. Lo que pasa es que se ha puesto de moda que algunas veces acaben en disturbios, agresiones, pillajes, y en consecuencia, detenciones.

En cuanto a la solución del problema, parece que no vendrá de los políticos, porque este estamento intenta esquivar cualquier norma sobre alcohol o menores. Sobre el Alcohol porque son los primeros que creen que España es un país Alcohólico, Apostólico y Romano, y mejor es dejar las cosas como están: no se le pueden poner puertas al campo. Y a los menores tampoco, porque pronto podrán votar y quién sabe si en cualquier momento son capaces de liarla montando otro 15-M. Y eso sí que no. Otra vez, no.


80 jóvenes sorprendidos de botellón en el patio del colegio en Getxo

Así que es la hora de las preguntas. ¿Quién ha conducido a los botellones a esos cientos de miles de jóvenes?”

“Les han colocado ahí quienes tenían que haberles educado, quienes no les han formado suficientemente como para no protagonizar conductas antisociales. Ha habido una dejación irresponsable, porque no ha existido una transmisión de valores cívicos, de hábitos de comportamiento, de principios respecto a los demás. O ha sido una transmisión insuficiente”. (Dice José Apezarena, en EL Confidencial)

En consecuencia, hay que mirar a quienes tendrían que haberlo hecho. A la escuela, a los colegios, a la Universidad, a los padres…. Todos son responsables. Lo mismo que lo son la sociedad, las instituciones, los políticos y el Estado. Sin olvidar, por supuesto, a los medios de comunicación y sin que caigamos en la trampa de decir “que cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Con esto no pretendo exonerar totalmente a los que se concentran en plazas y playas, emborrachándose hasta el coma etílico. Pero sí hay que dejar claro que detrás existe desidia y una omisión de deberes por parte de muchos

Se nos había llenado la boca diciendo que esta era la generación mejor preparada. Pero contemplando estos fenómenos ¿es verdad que lo es? ¿Ellos representan el futuro? Viendo cómo se mezclan los de esas tribus a los que lo único que les importa es el móvil con esos universitarios que parecen tenerlo tan claro es preciso dudar.

Pero podemos ir un poco más allá. La situación es la que es, pero ¿se está haciendo algo por remediarlo? Prácticamente nada. Nada serio. Se prefiere cerrar los ojos. Como tantas veces.

(Nuestra ínclita ministra de Sanidad, Carolina Darias, criticó la semana pasada que “en algunos colectivos no hay percepción de riesgo”, cuando le preguntaron por las imágenes de botellones del fin de semana, que Darias consideró “inapropiadas desde el punto de vista sanitario”. “Las vacunas hacen su trabajo, pero por sí solas no pueden”, señaló la ministra.) 

Sin comentarios.


Hasta la próxima

Mi foto
Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.