martes, 3 de abril de 2018

AUTÓNOMOS EN BUSCA DE WIFIS

Como vengo diciendo y según la reciente publicación del Informe GEM 2017, en Seúl, hablaba en mi post anterior del ligero aumento de un punto porcentual (de 5,2 a 6,2%) de emprendedores respecto a 2016, que se concreta en su gran mayoría en trabajadores autónomos, pero no en empresarios autónomos que puedan contratar y pagar las nóminas de sus empleados. Y a mayor abundamiento sobre el tema, reproduzco aquí un artículo de El País del lunes 26 de la pasada semana, titulado 

“Currantes de biblioteca”

Sergio C. Fanjul
Madrid, 26 MAR 2018 - 22:42 CEST 

Muchos trabajadores autónomos se ven obligados a trabajar desde casa, pero a gran parte de ellos les resulta infructuoso o incluso dañino para su salud mental: es preciso quitarse el pijama. Una opción es apuntarse al fenómeno de los coworkings, que prometen estilo californiano, modernidad y sinergias; otra, más modesta, es acudir, con el ordenador portátil a cuestas, a cafeterías con buen wifi o bibliotecas públicas.


Jana Pacheco, trabajadora autónoma que utiliza bibliotecas públicas como oficina, en la biblioteca del Reina Sofía.

Paco Bescós, publicista, escritor (su última novela es El porqué del color rojo, publicada por Salto de Página) y tres veces padre, todo ello freelance. Ha trabajado en bibliotecas y centros culturales por Madrid, Pozuelo de Alarcón, Llanes (Asturias) o Calahorra (La Rioja). “Tú dices que vas a la biblioteca, pero en realidad sales a la calle con tu ordenador y tus trastos y te dedicas a probar suerte”, explica, “¿Qué tal está hoy de gente la biblioteca de Pozuelo? ¿Qué tal irá hoy la wifi del ayuntamiento de Calahorra? ¿Estará hoy pillada la mesa de cerca del enchufe en el bar?”.

El ambiente de trabajo idóneo a veces tarda en aparecer, su búsqueda es una parte más de la jornada laboral. La cosa también depende de su prole: “Ahora, por ejemplo, estoy pasando una época dorada”, ironiza, “mi hija acaba de empezar en una guardería que está al lado de un centro cultural con una estupenda sala de estudio; la llevo a la guardería, me meto allí y, seis horas después, la recojo”. Entre los escollos más comunes en este tipo de lugares, cuenta, está la lentitud del wifi, la falta de enchufes o la celebración de clases de flamenco en clases contiguas a la sala de estudio.

Desde el Ayuntamiento han notado el aumento de este tipo de usuarios en las bibliotecas municipales en los últimos años. “No tenemos estadísticas exactas en este sentido, pero estimo que podría ser del 20 o 25%”, dice Ángel Payar, jefe de servicio de Bibliotecas Públicas. Según explica, tras la crisis mucha gente ya se acercó a las 32 bibliotecas municipales a aprovechar la conexión a Internet, ahora aumentan los usuarios que llevan su propio ordenador para trabajar y buscar empleo, explica Payar.

Bescós no se considera especialmente precario. “Sería injusto decir eso teniendo en cuenta la cantidad de trabajadores que son precarios de verdad”, dice, “pero sí, estoy pasando una época de incertidumbre, con una trituradora de dinero en casa y enfrentándome a este trapecismo sin red que es ser aprendiz de freelance. Necesito libertad de movimientos para hacer mi parte en el cuidado y educación de los niños, pero también ingresos para afrontar tantos gastos. No puedo afrontar el gasto fijo que es un despacho”. A Madrid ya la han llamado la Comunidad de los Autónomos: en el último año registró el mayor crecimiento de España, un 2,36%. Casi 389.000 trabajadores por cuenta propia según datos del Ministerio de Empleo, de finales de 2017. En toda España la cifra está en torno a 3.210.000 autónomos.

La biblioteca del museo Reina Sofía es una de las más concurridas. Allí suele trabajar la productora, dramaturga y directora teatral Jana Pacheco. “Hablamos de coworkings y bibliotecas como algo guay para no hablar de precariedad laboral", dice, “yo trabajo en la biblioteca a pesar de tener un coworking maravilloso al lado, Lanau Espacio Creativo, porque me recuerda a la Facultad, a los compañeros, y hay un silencio que no hay en ninguna parte”. Pacheco hace de la necesidad virtud: utiliza los libros como paréntesis en el trabajo, los hojea como quien sale fuera a fumar. Así, dice, lo que lee se van colando en todo lo que hace. “Hacer algo que te gusta antes de trabajar aumenta la concentración”, afirma la productora, “así, entre trabajo y melancolía, se pasa mejor el día”.


Hasta la próxima

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.