El post anterior, primero de esta nueva era, a la que denominamos “BUSINESS”, acababa con una división en tres períodos, el primero de los cuales abarca de 1923–1959, así que, vamos a por él:
En la Introducción de ‘Pioneros. Empresas y empresarios en el primer tercio del siglo XX en España’ (Granada, 2019), se dice: “El presente libro trata de acercarse a un momento histórico de vital trascendencia en la modernización económica e industrial española: el primer tercio del siglo xx. Un periodo brillante de nuestra historia económica, donde el país comienza un proceso de desarrollo y una senda de crecimiento más que destacable en torno a un proceso industrializador y de tecnificación sin precedentes en nuestra historia reciente. Para analizar estos años, el libro se centra en los actores fundamentales de este proceso: las empresas y los empresarios de la época, cuya labor creemos no ha sido destacada lo suficiente por la historiografía, a pesar de ser conocida en sus líneas fundamentales… Sin embargo, este deslumbrante periodo de desarrollo lo detuvo la Guerra Civil y las primeras décadas del Franquismo, que frenaron su avance, hasta los años sesenta del siglo XX”.
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Pero para comenzar, hay que decir que, en el primer tercio del siglo XX, en España había un reinado de opereta, que en 1923, para poder perpetuarse, recurría al general Primo de Rivera, Capitán General de Cataluña, para que implantase una dictadura militar que duró hasta 1930. Un gran fracaso. Y a continuación, al General Berenguer, una “Dictablanda”, más desastrosa aún.
Así las cosas, el domingo 12 de abril de 1931, correspondía la celebración de elecciones municipales, y las candidaturas de izquierda republicana y socialista obtuvieron mayoría de ediles en 41 de las 50 capitales de provincias, y en las ciudades grandes y medianas.
El lunes el Rey Alfonso XIII abandonaba el trono y el martes 14 de abril se iba del país, proclamándose así la Segunda República. Pero el 18 de julio de 1936, tras cinco años de gobierno republicano y cuando empezaba a percibirse cierta recuperación económica y social, se produjo una sublevación militar que embarcó a los españoles en otra guerra civil que duró tres años, con más de un millón de muertos y que arrasó con todo. Las secuelas duraron hasta 1959.
LA AUTARQUÍA
El Periodo Autárquico, 1939-59, pretendida autosuficiencia de la economía franquista frente al exterior, y que no se alcanzó nunca, consistió en varias fases: desde el final de la Segunda Guerra Mundial (1945), hasta 1951, aunque su ocaso no llegará hasta bien entrada la década, con el reconocimiento de EEUU y el posterior abandono obligado de los falangistas del sistema autárquico, debido al cambio por el Plan de Estabilización, en 1959. Pero esto no significó una gran novedad en la política económica de la reciente historia. "Desde los años 30, explica el profesor Juan Velarde Fuertes, en su libro ‘Cien años de economía española’, se caracterizó por su marcado proteccionismo, fueran del carácter que fueran los Gobiernos en el poder. “Con variaciones de matiz, la Monarquía, la Dictadura y la República ampararon la producción nacional".
En ‘LOS NUEVOS ESPAÑOLES’, John Harper (1996:33), dice: “Todos los países europeos sufrieron muchas privaciones en la época de la guerra mundial, pero España, donde el fin del decenio de 1940 se conoce como ‘los años del hambre’, sufrió más que otros. En las ciudades, desaparecieron de las calles los gatos y los perros, o porque se morían de hambre o porque se convertían en comida. En las zonas rurales, los campesinos más pobres vivían de hierbajos cocidos; los cigarrillos se vendían de uno en uno. En Barcelona había suministro eléctrico solo tres o cuatro horas por día y los tranvías y trolebuses de Madrid se detenían una hora por la mañana y hora y media por la tarde, para ahorrar energía. De no haber sido por los préstamos del dictador argentino, general Perón, es probable que hubiera habido una hambruna total. El bloqueo comercial auspiciado por la ONU se levantó en 1950, pero las doctrinas aislacionistas e ineficaces de la Falange siguieron predominando: España iba a pagarlo muy caro.”
LA INDUSTRIA EN LA AUTARQUÍA
El mayor fracaso económico del régimen de Franco en su etapa autárquica se produjo en el sector industrial. Los dirigentes franquistas aspiraban a superar el atraso y a fortalecer la independencia y el potencial militar de España a través del desarrollo industrial. Pero la evolución de la actividad después de la guerra fue desastrosa, pudiendo calificarse el periodo de más allá de una década perdida, alargándose mucho la recuperación de la economía. El crecimiento del PIB durante los años cuarenta fue muy reducido y la renta per cápita no recuperó el valor de 1935 hasta 1953. Este retraso de la economía supuso la ruptura con el proceso de crecimiento pausado pero incesante iniciado en 1840.
“En el último siglo y medio, España no soportó otro periodo de empobrecimiento similar al vivido entre 1936 y 1950, y agrandó la distancia que separaba la economía de España de la del resto de Europa.”
Creación del INI (Instituto Nacional de Industria)
Es decir, el periodo de posguerra supuso un largo paréntesis en el proceso de industrialización de España, que contrasta con la situación vivida en Europa al finalizar la Segunda Guerra Mundial, en la que los países intervinientes sufrieron daños más graves en sus instalaciones industriales, pero de la que salieron más rápidamente. Por ejemplo, Alemania, recuperó su producción prebélica en cuatro años, Francia en seis, Italia en cuatro y Reino Unido en dos. (Todos ellos beneficiarios del Plan Marshal de USA). Este atraso español se hizo más palpable en los sectores de la industria de consumo, donde el sector alimentario no recuperó los niveles previos a la guerra hasta los años sesenta. Sin embargo, el sector de la industria pesada tuvo un crecimiento mucho más importante gracias al apoyo estatal.
La Ley de ‘Protección de las nuevas industrias de interés nacional y de ordenación y defensa de la industria’, de 1939 y la ley de ‘Creación del Instituto Nacional de Industria (INI)’, en septiembre de 1941, tenían como objeto impulsar y financiar el resurgir de la industrialización que la guerra había devastado, pero al frente de las industrias se situaron a los jerarcas del nuevo régimen, sin preparación empresarial alguna, para tener al personal ocupado y controlado, ya que la intervención del estado en las industrias creadas solo era política, en vez de buscar la Rentabilidad. Pero eso no importaba demasiado: las pérdidas eran absorbidas por el Estado porque el objetivo final podía ser muy distinto, como se comprobó a posteriori.
Las primeras industrias del INI fueron: ATESA (Autotransportes), E.N BAZÁN (Astilleros), INH (Hidrocarburos), ENASA (Minería), ENCE (Papel), ENDASA (Aluminio), ENOSA (Óptica) ENDESA (Electricidad), ENFERSA (Fertilizantes), ENSIDESA (Siderurgia). ENTERSA (Turismo), Santa BÁRBARA (Armas), SEAT (Automóviles), ENMASA (Motores de aviación.
OBJETIVO: EL BUSINESS PRIVATIZADOR
Las “joyas de la corona” de las empresas públicas españolas, por su rentabilidad o su capacidad estratégica, fueran del INI o no: CAMPSA, RENFE, TELEFÓNICA, ENDESA, TABACALERA, ENAGAS y otras, eran objeto de deseo de determinadas élites económicas muy concretas. Así que, al ser NEGOCIOS muy apetecibles sus destinos se fueron trazando: PRIVATIZACIÓN. Y en efecto, poco a poco han ido cayendo, en todo o en parte, en manos privadas. De aquí o de fuera. En definitiva: “De aquellos polvos…"
Saludos y hasta el próximo post
Cada vez mejor,muy interesante,la historia bien contada
ResponderEliminarMuchas gracias, amable seguidor. Lo que pasa es que a muchos el bosque del fanatismo ideológico les impide ver el árbol de una verdad histórica contada sin ofender y con naturalidad, Pero esta saga no será corta y ya irán reconociéndolo poco a poco. Saludos cordiales.
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