viernes, 29 de noviembre de 2024

PARADOJAS CATALANAS

Al cumplirse el Sesenta Aniversario del Plan de Estabilización que salvó a España del colapso económico, el 6 de octubre de 2019 el periodista, Carlos Sánchez, publicó un artículo en El Confidencial cuyo contenido fue relativamente conocido en Cataluña; no así en el resto de España, donde pasó prácticamente desapercibido. En él se trata del protagonismo que tuvo el abogado y economista barcelonés, Joan Sardá, en el planteamiento estratégico y la puesta en acción de aquel Plan que libró a toda España de la ruina.

Una de las diversas paradojas de este trance histórico es que el personaje que sacó a España de la autarquía y pusiera al país en el tren de la modernidad (y de paso salvó a la dictadura) fuera, precisamente, un estudioso del cerebro de la socialdemocracia, John M. Keynes, quien había resucitad al capitalismo de la Gran Depresión de 1929. Es decir, mientras Laureano López Rodó y sus  tecnócratas del Opus se encargaban de medrar, con la ayuda de Carrero Blanco, para convencer a Franco de la necesidad de desalojar a los falangistas de los despachos autárquicos, quien proyectaba el Plan de Estabilización era el catalán Joan Sardá.

Joan Sardà, el hombre que salvó a España (y también al franquismo)

Juan Sardà (o Joan, como se prefiera) no conoció personalmente a Keynes, al sabio de Cambridge, durante su estancia en la London School of Economics, en los comienzos de los años 30, pero de él dijo: "El keynesianismo fue naturalmente la revelación de mis años de juventud, y de aquí deriva mi especialización hacia la cuestión monetaria".

El Sardà economista (1910-1995) no era socialdemócrata, ni franquista, ni liberal en el sentido ortodoxo del término, aunque esto pueda parecer una contradicción; ni, por supuesto, era partidario de la planificación soviética con sus planes quinquenales aprobados dócilmente por el politburó. De hecho, como ha escrito la profesora Rocío Sánchez Lissen, se proclamaba un 'liberal pragmático'.

Sardá, sin embargo, era un poco de todo eso, como lo era el propio  Plan de Estabilización de 1959, el cual lo diseñó desde su puesto como jefe del servicio de estudios del Banco de España, junto a un selecto grupo de tecnócratas, muy vinculados al Opus Dei. Y que a la postre serían los estrategas del gran salto adelante del franquismo. Un antes y un después que sacó del subdesarrollo al país, al que la guerra y la propia dictadura, enemiga de la libertad, habían sometido. Un país que sobrevivía a duras penas con la 'ayuda americana' tras los acuerdos estratégicos con EE.UU y la consiguiente instalación de sus bases militares en España.


Cómo acabar con la autarquía

En realidad, todo empezó hace ahora 60 años con una célebre 'Nota dirigida al Ministerio de Hacienda por el director del Servicio de Estudios del Banco de España', en la que Sardà, junto al economista Gabriel Ferrás, director del departamento para Europa del FMI, advertía del inminente colapso de la economía española y de la necesidad de abrirla al exterior, y que se materializaría poco tiempo después cuando en junio de 1959 llegó a España una delegación presidida por el propio director gerente del FMI, Per Jacobsson, para entrevistarse con el jefe del Estado y convencerlo de que era hora de liquidar la autarquía y de reestablecer el equilibrio entre ahorro e inversión. Nada más, y nada menos.

Como han señalado muchos economistas en una definición que se ha hecho canónica, aquel Plan supuso el paso del Rubicón de la economía española. Y su Julio César fue Joan Sardà, junto a los Navarro Rubio (Hacienda), Ullastres (Comercio) o López Rodó (comisario del Plan de Desarrollo), que realmente fueron los artífices de una obra imponente, en la que el profesor Fuentes Quintana ocupó un papel relevante.

Atrás quedaba la autarquía y el dirigismo neofascista del sistema productivo, representado en el Instituto Nacional de Industria (INI) como el símbolo más elocuente del capitalismo de Estado. España volvía al mercado. O lo que es lo mismo, volvía a mirar a Europa, el viejo sueño de la tercera España que perdió la guerra pero que décadas después ganó la paz sin pegar un solo tiro.

El ideólogo del Plan de Estabilización, otra paradoja más, venía del republicanismo burgués catalán, en el que se situaba más cerca de ERC, en cuyo órgano había publicado varios artículos. Como ha escrito la profesora Sánchez-Lissen, al comenzar la guerra civil, Sardà prestó servicios en el bando republicano, participando en la batalla de Teruel en 1938. Incluso, colaboró en el diseño de la autoridad monetaria de Cataluña, con la creación de un banco central, así como en la integración de esa región en el sistema monetario y financiero de la República. Su especialización en política monetaria puede parecer irrelevante, pero está en el centro del Plan de Estabilización que él diseñó, toda vez que la autarquía dejó las arcas del Estado tan exhaustas como se las encontró tras la guerra, lo que obligó a pedir préstamos en el exterior para financiar la incipiente industrialización. Ese tren que tantas veces se le había escapado a España.

Esa misma Europa que por entonces despreciaba el franquismo, que acabó por apartarlo del servicio de estudios en 1965 porque los planes de desarrollo, mucho más dirigistas, se habían alejado de lo que había alumbrado el primer Plan de Estabilización. El capital extranjero, el gran enemigo del primer franquismo, pasaba así a convertirse en la palanca del cambio económico para equilibrar la maltrecha balanza de pagos. Una tarea hercúlea que necesitó cuatro años de disposiciones legales para completar el célebre decreto ley de 1959 que, en sus primeras líneas, como un aviso a navegantes, reivindicaba la "guerra de liberación". Una cosa era liberalizar la economía y otra bien distinta abrir la mano a la democracia.

Ser jefe del servicio de estudios del Banco de España (accedió al cargo en 1956 después de trabajar varios años en Venezuela para el banco central) sin ser franquista (él fue quién redactó el Memorándum que España envió en junio de 1959 al FMI y a la vieja OECE para integrar a la economía en la modernidad) no debía ser fácil.

Sardá, como dijo el gobernador Pablo Hernández de Cos, en el informe anual del Banco de España se atrevió a afirmar que la situación económica era "insostenible" (sic), por lo que urgía a las autoridades a adoptar medidas. Ahí empezó todo. O casi todo, porque el apellido Sardà es sinónimo de una escuela de economistas muy críticos con el régimen.

“Cuando en Barcelona y Madrid se cambien los nombres de las calles, quizás algún día Madrid tendrá una dedicada al republicano catalán Joan Sardà Dexeus.”
 
Saludos y hasta el próximo post


jueves, 21 de noviembre de 2024

LA ESPAÑA TECNOCRÁTICA

Muchas personas mayores que vivieron en los 60’ del pasado siglo son conscientes de que el llamado desarrollismo o milagro español se debió al acierto de unos dirigentes pertenecientes al Opus Dei, que les dieron el relevo al cutrerío falangista en 1959: los TECNÓCRATAS. Los cuales se mantuvieron en sus parcelitas de poder a la sombra del Dictador hasta su desaparición en 1975.

El término Tecnocracia se impone a partir de los primeros años de la década de 1930, para indicar la progresiva expansión del poder de los técnicos de producción, químicos, físicos, ingenieros o economistas, basado en el supuesto de que “quien está capacitado para gobernar el proceso industrial empresarial está capacitado para gobernar no solamente entre sectores productivos, sino también la sociedad industrial en su conjunto”.

Con la creciente complejidad de las sociedades modernas, los tecnócratas han ganado ascendencia (y no solamente en las democracias) y ha quedado claro que la toma de ciertas decisiones (especialmente de política económica) requiere de altos niveles de experticia. El nombramiento de tecnócratas parte del supuesto de que, aunque haya democracia, no cualquier persona (con cualquier tipo de formación y trayectoria) puede ocupar cualquier cargo. Permitir que ciertos puestos se definan por las preferencias de la mayoría, o por amiguismos, o por cuotas burocráticas, lleva a políticas irresponsables, con consecuencias desastrosas para un país.

Pero en los 60’, esta estirpe de ingenieros y economistas, reconvertidos en políticos, no llegaron a replantearse en ningún momento una Democracia a la europea ni cambio político alguno, aunque consiguieron que un país tan complicado como este, y con tantas limitaciones, funcionara por lo menos en el día a día. Pero no de cualquier manera, sino con un crecimiento del PIB de un 7 por ciento anual de media. Por eso, hoy, muchos veteranos se preguntan si en tiempos políticos tan erráticos como los actuales no sería preferible tener algo parecido a aquello: dirigentes que conozcan bien su cometido técnico, lo ejecuten de una puñetera vez y se quiten las caretas que ocultan sus prebendas.


Pasarela construida en el barranco del Poyo por los vecinos de Picanya a los 20 días de la dana para ahorrarse un rodeo de casi una hora andando. (De la portada de El País, domingo, 17 de noviembre de 2024)


EL PLAN DE ESTABILIZACIÓN (1959-1975)


Las empresas del INI, comandadas por los falangistas y demás vencedores de la guerra civil fueron una especie de espejismo ya que no poseían conocimientos empresariales ni tenían capacidad de absorción de tanta mano de obra procedente casi en exclusiva del campo. Así que. a partir de 1956, un grupo de tecnócratas, de la Congregación del Opus-Dei, liderados por Don Laureano López Rodó, secretario de Carrero Blanco, inició una corriente política capitalista subterránea para tratar de cambiar las cosas, empezando por desalojar a los falangistas de los puestos clave de responsabilidad económica y, en consecuencia. acabar con la Autarquía. “Por la santificación del Trabajo”, doctrina del fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer.


Una vez instalados en el Gobierno, en 1957, la misión del grupo de tecnócratas fue tratar de convencer a Franco de que era imprescindible acabar con la   Autarquía e iniciar una apertura al exterior. Así que después de muchas luchas internas a las qie Franco permanecía ajeno lo convencieron, y en 1959 firmó un Decreto-ley de Nueva Ordenación Económica, cuyos objetivos eran: “Establecer las bases para un desarrollo económico equilibrado y buscar una integración mayor de la economía española con la de otros países”. Esto daría lugar al fin de la política autárquica, que había sido liderada por los falangistas.

Se iniciaba el Plan de Estabilización, cuya nueva política estaba marcada por la liberalización de la economía, lo que posibilitó la apertura de relaciones comerciales con el exterior y el comienzo del desarrollo de la España de los 60’.

El Plan se inicia con los Planes de Desarrollo, materializados en los Polos Industriales, en las afueras de ciudades escogidas, donde se ubicaron los llamados Polígonos Industriales para tratar de conseguir la concentración industrial. Esta política supuso un crecimiento económico con una tasa media acumulativa de aumento del PIB del 7,2% anual.

A los nuevos polígonos, también se trasladaron, para aprovechar sus infraestructuras, los talleres semi-artesanales de los gremios que llevaban siglos en el interior de los centros urbanos, así como los talleres más modernos, formando entre todos, como se verá, las primeras Pymes españolas.

Con tres Planes de Desarrollo: 1964-67, 1968-71 y 1972-75, la primera consecuencia fue la emigración de personal para trabajar en esas ciudades recién industrializadas donde se necesitaban viviendas, las cuales había que equipar con más o menos enseres. Surgieron así las empresas inmobiliarias y sus proveedoras (ladrillos, herrajes, cemento, azulejos...), y a su vez las fábricas que les iban a suministrar los equipamientos, muebles y enseres. Ese Ecosistema Empresarial dio origen a las primeras PYMES españolas


Despedida a emigrantes en la estación de Sevilla


Pero al empleo interno no alcanzaba para gran parte de la población, y muchos ciudadanos tuvieron que emigrar a Europa para trabajar, y con las remesas de divisas enviadas a sus familias y las que se dejaban aquí el incipiente turismo extranjero, se pagaban las importaciones de las mercancías más imprescindibles: medicamentos, fertilizantes, petróleo y otros recursos básicos para que pudiera seguir funcionado la vida y la economía del país.


Saludos y hasta el próximo post









martes, 12 de noviembre de 2024

PREVENCIÓN Y RESPONSABILIDAD

Como digo en la PRESENTACION de este remake de mi Blog de el Mentor, si sucede algún acontecimiento fuera de lo común ajustaría el sumario del actual ‘BUSINESS’ para hablar del tema; y el caso de la dana, por desgracia, es el más trágico del presente siglo en nuestro país. Así, que aun sabiendo que el lector está saciado de noticias sobre el tema, lo quiero comentar desde la óptica de los Principios de Precaución y de Responsabilidad.

“El principio de precaución es un enfoque de la gestión del riesgo, según el cual, en caso de que una determinada política o acción pudiera causar daños a las personas o al medio ambiente y no existiera consenso científico al respecto, la política o acción en cuestión debería abandonarse.”

O dicho de otra forma:


Manifestación en Valencia el sábado 9 de noviembre

Y no vale culpar de todo al CAMBIO CLIMÁTICO, porque hay razones, más allá de la Ciencia, para dudar de que exista la menor intención de solucionar el asunto, auqnue se antepusiera el llamado Desarrollo Sostenible a los estragos que vienen sucediendo desde mitad del siglo XX, debidos a una súper-industrialización desbocada. Y me remito a los reiterados fracasos de todas las COP celebradas, incluida la 29 que se está celebrando desde hoy lunes- en Bakú (Azerbayán)

Por ejemplo: “En declaraciones a Valencia Plaza, el propio exdecano del Colegio de Ingenieros de Caminos, Canales y Puertos y exdirector técnico de la CHJ (Confederación Hidrográfica del Júcar), Federico Bonet, señala que pese a no existir el "riesgo cero", sí señala que con más inversión pública en obras hidráulicas las inundaciones "se podrían haber evitado". Así, reconoce que efectivamente hace 15 años se hicieron estudios para nuevos proyectos en el barranco del Poyo y en el de la Saleta, pero que "muchas veces los planes no se ejecutan porque estas obras requieren de mucha inversión y están en sitios remotos que no llaman la atención de los políticos porque no tienen tanta repercusión", señala. (31-10-2024).

Es decir, los voluntarios, de aquí o de allá, pagan 20 euros por una escoba o 7 por una botella de agua y acuden a una manifestación para mostrar su indignación por la falta de RESPONSABILIDAD de unos dirigentes políticos que siguen saliendo en la tele sin pedir perdón, y sin que se les caiga la cara de vergüenza porque los pabellones de Feria Valencia se hayan tenido que reconvertir en una improvisada morgue por la cantidad de cadáveres a los que hay que identificar.

Pero, a su vez, la inmensa mayoría de esos paisanos nuestros, como todavía no habían nacido, desconocen que hace muchos años, cuando no se elegían a los políticos con los votos que ahora nos suplican por tierra, mar y aire, y a partir del desbordamiento del río Turia de 1957 (“Hasta aquí llegó la riada”) se realizó una obra gigantesca para desviar el cauce del río y que el agua no discurriera más por el centro de la ciudad. Esa obra la pagamos los habitantes del Levante español con un sello de 25 céntimos de peseta que por obligación había que añadir al correo postal que se utilizaba en la época, porque no existía ni el móvil; SMS o WhatsApp.

Entonces, qué, ¿volvemos al correo postal o rezamos para que la riada próxima sea un poco más benévola que esta?


Saludos y hasta el próximo post


Mi foto
Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.