jueves, 21 de noviembre de 2024

LA ESPAÑA TECNOCRÁTICA

Muchas personas mayores que vivieron en los 60’ del pasado siglo son conscientes de que el llamado desarrollismo o milagro español se debió al acierto de unos dirigentes pertenecientes al Opus Dei, que les dieron el relevo al cutrerío falangista en 1959: los TECNÓCRATAS. Los cuales se mantuvieron en sus parcelitas de poder a la sombra del Dictador hasta su desaparición en 1975.

El término Tecnocracia se impone a partir de los primeros años de la década de 1930, para indicar la progresiva expansión del poder de los técnicos de producción, químicos, físicos, ingenieros o economistas, basado en el supuesto de que “quien está capacitado para gobernar el proceso industrial empresarial está capacitado para gobernar no solamente entre sectores productivos, sino también la sociedad industrial en su conjunto”.

Con la creciente complejidad de las sociedades modernas, los tecnócratas han ganado ascendencia (y no solamente en las democracias) y ha quedado claro que la toma de ciertas decisiones (especialmente de política económica) requiere de altos niveles de experticia. El nombramiento de tecnócratas parte del supuesto de que, aunque haya democracia, no cualquier persona (con cualquier tipo de formación y trayectoria) puede ocupar cualquier cargo. Permitir que ciertos puestos se definan por las preferencias de la mayoría, o por amiguismos, o por cuotas burocráticas, lleva a políticas irresponsables, con consecuencias desastrosas para un país.

Pero en los 60’, esta estirpe de ingenieros y economistas, reconvertidos en políticos, no llegaron a replantearse en ningún momento una Democracia a la europea ni cambio político alguno, aunque consiguieron que un país tan complicado como este, y con tantas limitaciones, funcionara por lo menos en el día a día. Pero no de cualquier manera, sino con un crecimiento del PIB de un 7 por ciento anual de media. Por eso, hoy, muchos veteranos se preguntan si en tiempos políticos tan erráticos como los actuales no sería preferible tener algo parecido a aquello: dirigentes que conozcan bien su cometido técnico, lo ejecuten de una puñetera vez y se quiten las caretas que ocultan sus prebendas.


Pasarela construida en el barranco del Poyo por los vecinos de Picanya a los 20 días de la dana para ahorrarse un rodeo de casi una hora andando. (De la portada de El País, domingo, 17 de noviembre de 2024)


EL PLAN DE ESTABILIZACIÓN (1959-1975)


Las empresas del INI, comandadas por los falangistas y demás vencedores de la guerra civil fueron una especie de espejismo ya que no poseían conocimientos empresariales ni tenían capacidad de absorción de tanta mano de obra procedente casi en exclusiva del campo. Así que. a partir de 1956, un grupo de tecnócratas, de la Congregación del Opus-Dei, liderados por Don Laureano López Rodó, secretario de Carrero Blanco, inició una corriente política capitalista subterránea para tratar de cambiar las cosas, empezando por desalojar a los falangistas de los puestos clave de responsabilidad económica y, en consecuencia. acabar con la Autarquía. “Por la santificación del Trabajo”, doctrina del fundador del Opus Dei, Escrivá de Balaguer.


Una vez instalados en el Gobierno, en 1957, la misión del grupo de tecnócratas fue tratar de convencer a Franco de que era imprescindible acabar con la   Autarquía e iniciar una apertura al exterior. Así que después de muchas luchas internas a las qie Franco permanecía ajeno lo convencieron, y en 1959 firmó un Decreto-ley de Nueva Ordenación Económica, cuyos objetivos eran: “Establecer las bases para un desarrollo económico equilibrado y buscar una integración mayor de la economía española con la de otros países”. Esto daría lugar al fin de la política autárquica, que había sido liderada por los falangistas.

Se iniciaba el Plan de Estabilización, cuya nueva política estaba marcada por la liberalización de la economía, lo que posibilitó la apertura de relaciones comerciales con el exterior y el comienzo del desarrollo de la España de los 60’.

El Plan se inicia con los Planes de Desarrollo, materializados en los Polos Industriales, en las afueras de ciudades escogidas, donde se ubicaron los llamados Polígonos Industriales para tratar de conseguir la concentración industrial. Esta política supuso un crecimiento económico con una tasa media acumulativa de aumento del PIB del 7,2% anual.

A los nuevos polígonos, también se trasladaron, para aprovechar sus infraestructuras, los talleres semi-artesanales de los gremios que llevaban siglos en el interior de los centros urbanos, así como los talleres más modernos, formando entre todos, como se verá, las primeras Pymes españolas.

Con tres Planes de Desarrollo: 1964-67, 1968-71 y 1972-75, la primera consecuencia fue la emigración de personal para trabajar en esas ciudades recién industrializadas donde se necesitaban viviendas, las cuales había que equipar con más o menos enseres. Surgieron así las empresas inmobiliarias y sus proveedoras (ladrillos, herrajes, cemento, azulejos...), y a su vez las fábricas que les iban a suministrar los equipamientos, muebles y enseres. Ese Ecosistema Empresarial dio origen a las primeras PYMES españolas


Despedida a emigrantes en la estación de Sevilla


Pero al empleo interno no alcanzaba para gran parte de la población, y muchos ciudadanos tuvieron que emigrar a Europa para trabajar, y con las remesas de divisas enviadas a sus familias y las que se dejaban aquí el incipiente turismo extranjero, se pagaban las importaciones de las mercancías más imprescindibles: medicamentos, fertilizantes, petróleo y otros recursos básicos para que pudiera seguir funcionado la vida y la economía del país.


Saludos y hasta el próximo post









2 comentarios:

  1. Me ha encantado como estan hilados la experticia de los tecnocratas con la falta de ella de nuestros inútiles políticos valencianos.Mas ciencia y menos negacionismo

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  2. Gracias inasequible al desaliento y amable seguidor, pero ya verás cómo intentarán camelarte esgrimiendo el tan socorrido "desarrollo sostenible". No obstante, cuando eso llegue, que no tardará, aquí estaremos para desnontarles el tinglado. Saludos cordiales a la inteligencia.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.