jueves, 29 de agosto de 2019

Startups, unicornios y empresas elefante, gacelas o ratones


A raíz del artículo publicado el pasado día 25 de agosto en El País sobre “La explosión de las ‘start-ups’ en España…” y como tengo la intención de comentarlo desde diversos puntos de vista, creo que viene a cuento traer aquí y ahora el post que publiqué en El Blog de El Mentor, el Viernes, 4 de agosto de 2017, para ir situándonos en el tema. El post citado se titulaba:

EL LABERINTO EMPRENDEDOR (Parte 1ª)

“Después de la publicación de mis dos últimos post en este Blog en los cuales afirmaba que a pesar de las dificultades de los jóvenes para encontrar un trabajo por cuenta ajena en España o de su falta de motivación para poder emprender un trabajo por cuenta propia, aún hay gurús que opinan, con una ignorancia supina, que aquí lo que hay es una burbuja emprendedora. O sea, muchos más emprendedores de los necesarios.

No obstante, sin querer entronizar al emprendedor pero teniendo en cuenta que si no se crean empresas estables el trabajo que se genere solo será precario (como sucede a diario), y dado que la forma más normal de empezar es como autónomo, repetimos lo del post anterior:

“Los autónomos menores de 30 años fueron uno de los estratos, de este colectivo, más afectados negativamente el pasado año 2016. En concreto, según se desprende del Informe Estatal del mercado de Trabajo, España perdió en el último ejercicio 6.600 autónomos menores de esta edad”. (“Cinco Días”, del pasado 25 de julio).

Y abundando en dicho tema, decía el mismo medio anteayer 2 de agosto: “Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) revelan, a juicio de la organización de autónomos UATAE que, son “grises” e “insuficientes”. Ello se debe a la diferencia que existe entre el crecimiento de asalariados y autónomos. A juicio de la organización esta diferencia pone de manifiesto el fracaso de la Administración en medidas de incentivo a nuevos afiliados, como por ejemplo, la tarifa plana.

O sea, que sin entrar de momento en más detalles respecto al desfase en la necesaria creación de empresas nuevas y estables para, por lo menos, sustituir a la cifra que cada día cierran o abandonan, parece evidente lo escasa que es la motivación para emprender en España. Por los motivos que sean. Bien por causas personales o burocráticas, como el incumplimiento flagrante de las promesas firmadas y propagadas a los cuatro vientos por la propia Administración.

O sea, que parece lógico que los que nos encontramos involucrados, de una forma u otra, en el mundillo de la formación empresarial, no tenemos más remedio que replantearnos los principios fundamentales en los que estamos inmersos desde siempre. De lo contrario, no se conseguirán los objetivos propuestos.

Aunque parece que algo se mueve. Aquel Plan de Empresa al cual se aferraban los asesores del Emprendimiento para sistematizar la formación de la gente que trataban de montar una frutería, un bar o una papelería, porque estaban impuestos por los departamentos de riesgo de los bancos a los que había que solicitar el préstamo para poder iniciar la actividad, poco a poco se fueron sustituyendo por otro tipo de formación más moderno (Canvas y otros).

Pero no parece suficiente, ya que los tiempos cambian a una increíble velocidad. Así que hay que hacer algo más para enfrentarse a los nuevos retos impuestos por los avances de todo tipo que envuelven a la empresa moderna. Por eso, dado que en marzo de 2015 se había publicado en España el libro “La disciplina de emprender. 24 pasos para lanzar una startup exitosa”, de Bill Aulet, profesor del MIT (Instituto Tecnológico de Massachusetts), aprovechamos sus consejos para sacar nuestras propias conclusiones referidas a estos temas. 


Y en su Introducción dice que varios de sus colegas le convencieron de que en cuanto al Emprendimiento estaba en un error. Hasta entonces, para él, emprender solo significaba “crear una empresa en un lugar que no existía antes”. Pero tuvo que reconocer que el Emprendimiento hay que enfocarlo desde dos perspectivas muy distintas:

1ª. Autoempleo y Micro-Empresas (hasta 9 empleados). Suelen ser pequeños negocios creados por una sola persona sin ambición de crecimiento para satisfacer un mercado local, por lo que necesitan de poca financiación. Pero si entra dinero el negocio puede convertirse hasta en una micro empresa, e incluso en una pyme. En su mayoría son negocios familiares, y lo importante es poseer el control directo del mismo, sin socios externos.

2ª. Empresas Innovadoras. Esta forma de emprender es mucho más ambiciosa y profesional, tal y como se resume en la columna de la derecha del siguiente cuadro.


A partir de este sencillo esquema y con lo visto hasta ahora, se podría decir que en aquel post se sentaban las bases para poder comentar en profundidad en un futuro, por ejemplo hoy, los diversos tipos de startups que nos plantea el reciente artículo editado por El País, lo que realizaremos a la mayor brevedad posible. 

Saludos y hasta muy pronto


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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.