lunes, 13 de septiembre de 2021

STARTUPS Y EMPRESAS (COMENTARIOS PREVIOS)

“La cultura del emprendimiento en España está cambiando. Durante los años más oscuros de la Gran Recesión, las pequeñas empresas innovadoras fueron señaladas y conmemoradas como la salvación de un país lastrado por un sistema productivo obsoleto y una tradición empresarial con base decimonónica. Pero con la economía creciendo por encima del 3%, sostenida en gran medida por sectores históricamente fuertes, como el turismo, el entusiasmo por el emprendimiento y los emprendedores parece haber perdido cierto gas. En 2012, en el punto álgido de la crisis, un 12% de los españoles esperaba emprender en los tres años sucesivos, según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) España. Pero en 2015, pasados los tres años, esa cifra se había reducido al 6,1%, un nivel similar al previo a la implosión de la economía.”

Nada nuevo bajo el sol, porque el párrafo precedente corresponde a un artículo de El País de 16 de octubre de 2016. Cinco años han pasado ya, pandemia mediante, a los cuales es preferible no dedicarles demasiada atención porque la situación sigue siendo similar. Parece evidente que aquí solo se montan, o se intentan montar, negocios por cuenta propia cuando decae el empleo por cuenta ajena. Por tanto, el debate vocación-motivación vs necesidad-desempleo parece más que una entelequia una absoluta pérdida de tiempo.

Ahora le tocan a las startups. Están de moda, y barriendo del mapa al emprendimiento tradicional. De hecho, hay una lucha sorda entre ambos sistemas, ya que en el fondo lo que existe es un antagonismo entre bancos que patrocinan concursos que premian con algo de dinero y viajes al extranjero a los vencedores de los certámenes de uno u otro sistema, a los cuales, si lo ven claro, luego les financian parte de sus proyectos. Lo cual, además de separar cada vez más a startups y empresas (conocidas en el argot como corporaciones o corporates, sean grandes o pymes) está creando un pelotón de emprendedores-concursantes-en serie, que se están profesionalizando y presentan el mismo proyecto en todos los concursos en los que les dejan entrar. 


En general, hay cada vez más consciencia de que en España se está desarrollando un ecosistema emprendedor con personalidad propia. "Evidentemente, continúa siendo mucho más fácil abrir un bar o una floristería que una startup", comenta Izanami Martínez, emprendedora y Presidenta de la Asociación Española de Startups. "Pero estamos aprendiendo tan rápido que cuando a mí me presentan un proyecto yo ya no les digo nada a los inversores sobre qué me parecen las ideas. Directamente, les deseo buena suerte".

"No debemos obsesionarnos con replicar Silicon Valley o el modelo israelí", considera Bruno Fernández. "Hay cosas que sí son dignas de imitar, que aquí cuestan mucho hacerlas, como la transferencia de tecnología entre universidades y empresas y la presencia del capital riesgo. 

Pero tenemos que identificar nuestras ventajas competitivas, y hacer descansar en ellas nuestro crecimiento". "Me preocupa que a veces la gente espera resultados a muy corto plazo", apunta Novoa. "Falta una conciencia de que esto va poco a poco. Al fin y al cabo, la industria británica del software empezó en los años ochenta y Silicon Valley en los años cuarenta. Aquí hemos empezado en serio hace cinco años" (cuatro días).


Hasta la próxima

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.