martes, 21 de diciembre de 2021

LA INFLACIÓN Y EL TOMATE

Sobre la “inflación académica” ya debatieron bastante en su día John Keynes, defensor del estado del bienestar, y su mayor oponente, el monetarista de la Escuela de Chicago, Milton Friedman. Pero lo que de verdad le importa a la gente, la llamen como la llamen, es por qué, así, por las buenas (y si hace falta por las malas), suben los precios del carro de la compra, y la luz, el gas, el agua y cualquier producto o servicio, básico o no, que tenga un precio. Es decir, lo que eufemísticamente llaman el IPC. Evidentemente, los trabajadores y pensionistas más precarios y con los ingresos más bajos sufren las consecuencias de forma más sangrante. Así, la Inflación, tradicionalmente, se conoce como “El impuesto de los pobres”.

   Estos son los verdaderos estragos de la subida del IPC


Sin embargo, la vicepresidenta primera del gobierno y ministra de Asuntos Económicos y Transformación Digital, Nadia Calviño, ha pedido “evitar subidas salariales que afecten de forma estructural a la inflación”. Así lo ha declarado en una entrevista este lunes en La Vanguardia, tras el fuerte repunte de los precios de los últimos meses, porque la inflación ya está en el 5,5%, según los últimos datos. (Afortunadamente hay empresarios que no le van a hacer ni caso)

La ministra ha defendido que "la evolución de los salarios tiene que adecuarse a las características de cada empresa y de cada sector" y cifra que la inflación se sitúa alrededor del 3%, aunque alcance el 5,5% en noviembre. “Dependerá de la negociación colectiva que se produzca en cada contexto, para asegurarnos de que no tiene un impacto negativo sobre el crecimiento y la creación de empleo", explica la responsable económica del Gobierno.

Calviño ha explicado las causas que subyacen a esta situación, “una presión sobre los precios”, especialmente “de bienes intermedios, que son la subida de los precios de la energía en los mercados internacionales y los problemas de suministro por cuellos de botella en las cadenas globales".

Pero la ministra debería tener en cuenta que los españoles llevamos soportando ya muchos palos ininterrumpidos, y aunque la abuela del anuncio no pueda entender que es eso de los porcentajes que le cuentan por la tele, hay muchos millones de españoles que no solo saben lo que está pasando aquí y en el resto del mundo porque se informan de verdad, sino que con la mayor profesionalidad y disciplina se han dejado la piel en su puesto de trabajo o en su casa en unos tiempos tan difíciles. Por lo que no tienen en absoluto ninguna culpa de que por cuestiones de geopolítica o de inconfesables intereses urdidos en determinados despachos, sus 100 euros de anteayer valgan hoy solo 94,5.

“Y es que, sin darnos cuenta, los españoles hemos vivido -en nuestro subconsciente- una larga crisis económica desde 2008 hasta finales de 2021. Lo del “subconsciente” es un eufemismo, porque con 4,4 millones de desempleados, tasa de paro del 14,56% (dato EPA, INE) decrecimiento económico, destrucción de sectores empresariales claves como el turismo, los viajes, la hostelería, la restauración y los sueldos más bajos de la OCDE, las personas sienten la crisis económica en sus propias carnes: en el pago de la hipoteca, la gasolina y el recibo del gas y la luz, que se han encarecido desproporcionadamente.” (ECD. 18-12-2021)

Por otra parte, la ministra debería oír la voz de los representantes extraoficiales del pueblo. Hace varias noches, Arguiñano daba su opinión en la tele al entrevistador sobre el enorme subidón que ha dado el IPC en cuatro días. "Lo de los precios es algo que no termino de entender. Pero no solo sube la luz. Vas a la gasolinera y te meten un sablazo, al final se quedan con todos. ¿Por qué no sale la cara del que te sube la luz? Nos tienen entretenidos con el fútbol”, comentaba el cocinero con su habitual sorna.

Al final, terminaremos recitando aquello que se cantaba en Sudamérica en los años 70:

    «Qué culpa tiene el tomate

    que está tranquilo en la mata

    y viene un hijo de pu**

    y lo mete en una lata

    y lo manda pa Caracas»


Hasta la próxima


lunes, 8 de noviembre de 2021

INNOVACIÓN ABIERTA: PATENTES, INGENUOS Y PILLOS

 El profesor de la Universidad de Berkley, Henry Chesbrough, autor del libro Open Innovation (2003), para muchos el padre de la innovación abierta, opinaba en 2014 que hay un exceso de confusión alrededor del verdadero significado de la innovación abierta. “Es una nueva estrategia que permite a las empresas cooperar, permitiendo añadir a su conocimiento interno un conocimiento externo. O sea, abandonar el tradicional hermetismo de los departamentos de investigación de las empresas para abrazar una innovación externa, y así ampliar los mercados para el uso de dicha innovación”


Y añadía: “Aunque la innovación abierta ha tenido una muy buena acogida desde su lanzamiento inicial, hace más de una década, está claro que aún queda mucho por hacer. En un principio, la innovación abierta se entendió y se puso en práctica en forma de colaboraciones entre dos empresas para ampliar el proceso de innovación interna. Sin embargo, hoy abundan los ejemplos en los que el concepto se utiliza para organizar a un buen número de actores con múltiples funciones dentro del proceso de innovación. Dicho de un modo sencillo, la innovación abierta se va a expandir más allá de la colaboración entre dos empresas. En el futuro, cada vez cobrarán más relevancia el diseño y la gestión de comunidades innovadoras.”




A la vista de las dos imágenes siguientes, se puede comprobar que la inferior (Innovación Cerrada, la Tradicional), tiene importantes carencias en comparación con la superior, Innovación abierta.

OPEN INNOVATION




INNOVACIÓN CERRADA (TRADICIONAL)



El escabroso mundo de las patentes

Malos tiempos corren para la defensa de las patentes y la imperiosa necesidad que tienen los emprendedores, startups o pymes de patentar sus invenciones antes de introducirlas en el mercado y convertirlas en innovaciones, una vez el cliente les otorga valor. Y digo malos tiempos, porque la pandemia ha puesto de relieve algo que ya se sospechaba: que los grandes laboratorios hacen y deshacen con las vacunas según la propiedad de las patentes, aunque peligren muchas vidas humanas. Así, la liberación de las patentes (que, por lo dicho, hoy no gozan de muy buena fama) sería el visado para que las vacunas llegaran a los países en vías de desarrollo que carecen de recursos para obtenerlas.

Sin embargo, la patente es el único argumento jurídico de que disponen los innovadores para defender su propiedad industrial, no solo ante la competencia, sino, sobre todo, ante los grandes tiburones de los grupos corporativos que están a verlas venir. Y es que la patente es el equivalente a la escritura pública de una vivienda. Nadie te va a comprar tu casa si no puedes demostrar que es tuya. 

Así las cosas, hace unos días me tropecé con una nueva serie de Netflix de lo mejor que he podido ver en muchos años, cuyo tema está totalmente en consonancia con lo que vengo exponiendo en este post y, dentro de lo posible, quisiera compartirlo con mis lectores, aunque es muy posible que muchos ya lo conozcan. Serie alemana de cuatro capítulos intensos y emocionantes que te enganchan de tal forma que es difícil dejar de verlos de una sola sentada. Y todas las críticas que he visto, oído o leído opinan que es una obra extraordinaria. Por eso ahí dejo dos enlaces: el trailer y una de esas críticas cogida al azar.




Bueno, yo creo que la moraleja está bastante clara, ya que, dado que innovar es tan difícil, una vez conseguida la creación hay que moverse de prisa, y además de realizar los trámites de la patente, mantener la boca cerrada, ya que te puede pasar como en la serie: que en una noche alegre y un exceso de confianza te confieses ante un pillo que te hipnotice y se lleve tu invento a un país donde tu patente no tiene valor, y luego pasa lo que pasa. Que te toque un jurado de doce personas que no tienen ni idea del tema y veremos cómo acaba la cosa…

Hasta la próxima


jueves, 14 de octubre de 2021

FRENTE AL BOTELLÓN, EL MACROBOTELLÓN

El martes día 5, siguiente al parón de Whatsapp y demás compañías de Facebook, se pudo ver y oír en el telediario-noche de la 1ª cadena a una joven que cuando le preguntaron si lo pasó mal la mañana anterior se retrató culturalmente al responder: “¿Mal? Fatal. ¿Qué podía hacer, leer un libro?”

En el párrafo anterior pretendo significar una representación de una tribu social de la Juventud española de las que protagonizan, aunque como veremos no solas, el farragoso asunto de los botellones. Y como esto ya no es nada nuevo, me apoyaré en los criterios de expertos y sociólogos de antes y de ahora que han opinado o escrito sobre el tema. Y, por tanto, también oiremos la voz de jóvenes más cualificados, sin olvidar a la gente corriente que sufren el botellón sin avistar por ahora ninguna “vacuna” que los pueda inmunizar.

Por lo visto tenían razón los que opinaban que los botellones no eran consecuencia del cierre del ocio nocturno por la pandemia, y que cuando finalizara el toque de queda y se reabrieran bares y discotecas no desparecerían, porque ya son una diversión barata que no importa que sea perjudicial y de riesgo, sino todo lo contrario, es un aliciente más para haberse impuesto entre los jóvenes. Lo que pasa es que se ha puesto de moda que algunas veces acaben en disturbios, agresiones, pillajes, y en consecuencia, detenciones.

En cuanto a la solución del problema, parece que no vendrá de los políticos, porque este estamento intenta esquivar cualquier norma sobre alcohol o menores. Sobre el Alcohol porque son los primeros que creen que España es un país Alcohólico, Apostólico y Romano, y mejor es dejar las cosas como están: no se le pueden poner puertas al campo. Y a los menores tampoco, porque pronto podrán votar y quién sabe si en cualquier momento son capaces de liarla montando otro 15-M. Y eso sí que no. Otra vez, no.


80 jóvenes sorprendidos de botellón en el patio del colegio en Getxo

Así que es la hora de las preguntas. ¿Quién ha conducido a los botellones a esos cientos de miles de jóvenes?”

“Les han colocado ahí quienes tenían que haberles educado, quienes no les han formado suficientemente como para no protagonizar conductas antisociales. Ha habido una dejación irresponsable, porque no ha existido una transmisión de valores cívicos, de hábitos de comportamiento, de principios respecto a los demás. O ha sido una transmisión insuficiente”. (Dice José Apezarena, en EL Confidencial)

En consecuencia, hay que mirar a quienes tendrían que haberlo hecho. A la escuela, a los colegios, a la Universidad, a los padres…. Todos son responsables. Lo mismo que lo son la sociedad, las instituciones, los políticos y el Estado. Sin olvidar, por supuesto, a los medios de comunicación y sin que caigamos en la trampa de decir “que cualquier tiempo pasado fue mejor”.

Con esto no pretendo exonerar totalmente a los que se concentran en plazas y playas, emborrachándose hasta el coma etílico. Pero sí hay que dejar claro que detrás existe desidia y una omisión de deberes por parte de muchos

Se nos había llenado la boca diciendo que esta era la generación mejor preparada. Pero contemplando estos fenómenos ¿es verdad que lo es? ¿Ellos representan el futuro? Viendo cómo se mezclan los de esas tribus a los que lo único que les importa es el móvil con esos universitarios que parecen tenerlo tan claro es preciso dudar.

Pero podemos ir un poco más allá. La situación es la que es, pero ¿se está haciendo algo por remediarlo? Prácticamente nada. Nada serio. Se prefiere cerrar los ojos. Como tantas veces.

(Nuestra ínclita ministra de Sanidad, Carolina Darias, criticó la semana pasada que “en algunos colectivos no hay percepción de riesgo”, cuando le preguntaron por las imágenes de botellones del fin de semana, que Darias consideró “inapropiadas desde el punto de vista sanitario”. “Las vacunas hacen su trabajo, pero por sí solas no pueden”, señaló la ministra.) 

Sin comentarios.


Hasta la próxima

lunes, 13 de septiembre de 2021

STARTUPS Y EMPRESAS (COMENTARIOS PREVIOS)

“La cultura del emprendimiento en España está cambiando. Durante los años más oscuros de la Gran Recesión, las pequeñas empresas innovadoras fueron señaladas y conmemoradas como la salvación de un país lastrado por un sistema productivo obsoleto y una tradición empresarial con base decimonónica. Pero con la economía creciendo por encima del 3%, sostenida en gran medida por sectores históricamente fuertes, como el turismo, el entusiasmo por el emprendimiento y los emprendedores parece haber perdido cierto gas. En 2012, en el punto álgido de la crisis, un 12% de los españoles esperaba emprender en los tres años sucesivos, según el informe Global Entrepreneurship Monitor (GEM) España. Pero en 2015, pasados los tres años, esa cifra se había reducido al 6,1%, un nivel similar al previo a la implosión de la economía.”

Nada nuevo bajo el sol, porque el párrafo precedente corresponde a un artículo de El País de 16 de octubre de 2016. Cinco años han pasado ya, pandemia mediante, a los cuales es preferible no dedicarles demasiada atención porque la situación sigue siendo similar. Parece evidente que aquí solo se montan, o se intentan montar, negocios por cuenta propia cuando decae el empleo por cuenta ajena. Por tanto, el debate vocación-motivación vs necesidad-desempleo parece más que una entelequia una absoluta pérdida de tiempo.

Ahora le tocan a las startups. Están de moda, y barriendo del mapa al emprendimiento tradicional. De hecho, hay una lucha sorda entre ambos sistemas, ya que en el fondo lo que existe es un antagonismo entre bancos que patrocinan concursos que premian con algo de dinero y viajes al extranjero a los vencedores de los certámenes de uno u otro sistema, a los cuales, si lo ven claro, luego les financian parte de sus proyectos. Lo cual, además de separar cada vez más a startups y empresas (conocidas en el argot como corporaciones o corporates, sean grandes o pymes) está creando un pelotón de emprendedores-concursantes-en serie, que se están profesionalizando y presentan el mismo proyecto en todos los concursos en los que les dejan entrar. 


En general, hay cada vez más consciencia de que en España se está desarrollando un ecosistema emprendedor con personalidad propia. "Evidentemente, continúa siendo mucho más fácil abrir un bar o una floristería que una startup", comenta Izanami Martínez, emprendedora y Presidenta de la Asociación Española de Startups. "Pero estamos aprendiendo tan rápido que cuando a mí me presentan un proyecto yo ya no les digo nada a los inversores sobre qué me parecen las ideas. Directamente, les deseo buena suerte".

"No debemos obsesionarnos con replicar Silicon Valley o el modelo israelí", considera Bruno Fernández. "Hay cosas que sí son dignas de imitar, que aquí cuestan mucho hacerlas, como la transferencia de tecnología entre universidades y empresas y la presencia del capital riesgo. 

Pero tenemos que identificar nuestras ventajas competitivas, y hacer descansar en ellas nuestro crecimiento". "Me preocupa que a veces la gente espera resultados a muy corto plazo", apunta Novoa. "Falta una conciencia de que esto va poco a poco. Al fin y al cabo, la industria británica del software empezó en los años ochenta y Silicon Valley en los años cuarenta. Aquí hemos empezado en serio hace cinco años" (cuatro días).


Hasta la próxima

sábado, 31 de julio de 2021

ALGORITMOS

Hace unas noches estaba viendo unos capítulos de la serie de Movistar “The good fight”, que trata de las peripecias que suceden en un bufete de abogados de color, en Chicago, y me topé con algo que no hace mucho conocí y lo comenté en un post en este blog en febrero pasado.

Efectivamente, en dicho bufete hay dos personajes (por cierto, caucásicos) que controlan en un ordenador si en los casos complicados en los que el computador está especializado coincide el pronóstico de los letrados que los llevan con el de la máquina. Y en la mayoría de los casos es imposible rebatir el criterio de los algoritmos digitales.

Es decir, en la ley, los analistas jurídicos llevan camino de ser reemplazados por la inteligencia artificial, lo que significa que la defensa de un caso puede depender bastante de los algoritmos. De igual manera, hay un software que ayuda a predecir futuros delincuentes y en base a sus resultados se decide si alguien obtiene la libertad condicional o no. Este algoritmo está presuntamente sesgado.

La existencia del algoritmo no se limita únicamente a las redes sociales, donde estos sistemas invisibles conocen mejor que los usuarios sus gustos e intereses, o eso hacen creer. Cada imagen, vídeo, enlace o post que aparece en el muro de Facebook es producto de una operación sistemática de probabilidades que define que ello capturará a quien navega. Los algoritmos moldean la realidad más de lo que imaginamos.

El profesor británico Dionysios S. Demetis, escribió en un artículo de «The Conversation» que su estudio los llevó a él y a un colega a la conclusión de que, «con el tiempo, los roles de la tecnología de la información y los seres humanos se han invertido».

Demetis explica su argumento afirmando que, en el pasado, los humanos utilizábamos la tecnología como herramienta, pero ahora la tecnología ha avanzado hasta el punto en que nos usa e incluso nos controla. Y agrega que los humanos no estamos «aislados de las decisiones que las máquinas están tomando por nosotros, sino profundamente afectados por ellas».


En la
Unión Europea están trabajando en un nuevo método de control migratorio basado en inteligencia artificial. Se trata de un sistema que escanea y analiza los gestos faciales y el comportamiento de extranjeros en búsqueda de indicios que revelen que la persona miente u oculta algo.

Un ejemplo conocido es el algoritmo que fija los precios en Amazon (y prácticamente en todos grandes portales de comercio online), de los que una investigación reciente descubrió que aprenden sistemáticamente a seguir patrones monopolísticos; es decir, que de forma automática actúan en perjuicio de los consumidores y no a su favor.

El futuro del trabajo de las personas también recae en manos de los algoritmos, al existir una herramienta para filtrar currículums y dar a los reclutadores los perfiles que buscan, sin que tengan que echar un vistazo a los otros candidatos que optan a un puesto. El estudio recuerda que en Amazon un algoritmo de currículums mostró sesgos de contratación.

«En noticias, lo que se conoce como análisis de sentimiento automatizado analiza opiniones positivas y negativas acerca de las compañías basadas en diferentes fuentes web», escribió Demetis. «A su vez, estos están siendo utilizados por algoritmos comerciales que toman decisiones financieras automatizadas, sin que los humanos tengan que leer las noticias».

El 85% de las transacciones de los mercados de divisas ya las realizan algoritmos, y en los mercados financieros se están convirtiendo en celebridades. Esto pasa porque, «a lo largo de los años, las personas que dirigían el sistema de comercio habían llegado a ver las decisiones humanas como un obstáculo para la eficiencia del mercado», explica el científico.

«A medida que las decisiones humanas son sustituidas por otras algorítmicas, y nos convertimos en herramientas cuyas vidas son moldeadas por máquinas y sus consecuencias no deseadas, nos estamos preparando para la dominación tecnológica», concluye en su artículo Demetis. E invita a pensar en lo que esto significa para los individuos y para la sociedad. 

Hasta la próxima


lunes, 12 de julio de 2021

VACUNAS CONTRA EL LIBERTINAJE

Sabido es que la juventud ha sido siempre una fuente inagotable de controversias políticas y sociales: es ley de vida. La posición que los adolescentes ocupan en la pirámide social, los avances que experimentan su formación y el cuasi biológico afán por cuestionar los valores tradicionales que su mentalidad les impide aceptar, han generado históricamente las lógicas tensiones intergeneracionales. Pero lo que está pasando hoy no tiene parangón con ninguna otra época, porque nunca se había puesto a prueba como ahora su responsabilidad personal. Hasta el punto de que después de siglos suspirando por la Libertad, cuando parece consolidada, la sociedad tiene que sufrir a una minoría de descerebrados crecida por el libertinaje, que si no se ataja podría llevar al país al caos. Por lo que Jamás le agradeceremos bastante a la Ciencia sus salvadoras vacunas.

Así que de juventud va hoy la cosa. Según el guión, tocaba hablar de las incubadoras y aceleradoras de startups y en particular de las españolas. Además, habría aprovechado para comentar lo que aprobó el consejo de ministros del pasado martes sobre rebaja de impuestos a las startups.

Pero menudo está el patio. Sin sanfermines, con las discotecas solo entreabiertas y los bares como antes, al ocio nocturno lo están dejando en los huesos. Y los guardias haciendo turnos para tratar de perseguir botellones. Como para no hacerle caso a esta cuestión.

Así que, aunque los chavales franceses ni pudieron oler el festival de Cruïlla (Barcelona) porque les bajaron la barrera, “solo” se vendieron 75.000 entradas, 25.000 por noche. Esperemos que les sea leve. Pero nada que ver con los llenazos en las finales de Wimblendon en la tarde de ayer y de hooligans (solo ingleses o residentes, ningún foráneo) en el Wembley Stadium, por la noche. Algo nos ocultan. Yo creo que hay otra cepa más: avitaminosis cerebral. Sin embargo, en Japón   ya han asegurado que los Juegos Olímpicos se celebrarán “a puerta cerrada”. Gradas vacías. O sea, antes, el sentido común iba por barrios; ahora parece que va por continentes.  

Pero, pese a todo lo dicho, no se puede generalizar. Porque la mayoría de jóvenes, a muchos de los cuales los conocemos por dedicarnos a tutorizar parte de su futuro profesional, no juegan a esa especie de ruleta rusa, y cumplen cabalmente con las normas establecidas por la sociedad. Así que, en ese orden de cosas, al final de este post quiero dejar claro lo que yo entiendo como las diferencias entre los conceptos de Libertad y Libertinaje.


En nuestra Comunidad, que con sus luces y sus sombras y dentro de lo que cabe no nos iba tan mal, el presidente, Chimo Puig, que yo creo que ha hecho méritos para ser el ministro de Sanidad, comparado con lo que hay, ha anticipado un planing de actualización de medidas preventivas para la Quinta Ola, en la que parece que ya estamos inmersos de hoz y coz.



“Tengo 20 años y no me importa pillarlo. Si tuviera 80 entonces me preocuparía.” (Oído a un joven en la tele sobre el covid)

Hasta la próxima



domingo, 30 de mayo de 2021

STARTUPS: VENDER LA VACA U ORDEÑARLA

El progreso es imparable, y pese al consabido desfase español con los países que tienen arraigados ciertos principios que suponen un avance, al final se imponen aquí. ¡Pero cómo nos cuesta asimilarlos! Así que para tratar de ponernos al día me quiero ocupar de algo que cambiará el ecosistema empresarial español: las startups. Poco conocidas en comparación con las pymes ya que no tienen, ni por asomo, la propaganda que tuvo el llamado Emprendimiento cuando España fue sepultada en el paro en el Crash de 2010, y había que resituar al personal como fuera. Pero aquí ya existe también cierta corriente “startupera”. Por lo que analizaremos algunas de sus pinceladas.

Para empezar, el título de este post se debe a un artículo publicado hace 10 años por el valenciano, experto en Marketing y Estrategia empresarial, Javier Megías, que nos tenía al corriente de lo último de Silicon Valley, o era pionero en desglosarnos el Canvas que el suizo Alex Osterwalder había inventado algunos años antes. Mientras aquí, aconsejábamos a los parados para que el cobro de las prestaciones por desempleo que les anticipaba el INEM no lo malgastaran en montar negocios sin fundamento. (Y es que muchos desempleados se lanzaban a una “piscina vacía”, y así les fue). 

Por lo que, dado que las consecuencias de la tormenta empresarial que se avecina pueden ser peores que las de la interminable crisis anterior, y como lo que predomina en España (el 99,7%) son las pymes (micros, pequeñas y medianas empresas), como la máxima prioridad de este Blog ha sido es y será la preocupación por el empleo, en todas sus variables, parece lógico echarle un nuevo vistazo al último panorama empresarial fiable: el de 2019, porque del 2020 es preferible no hablar:

- Micropymes: de 1 a 9 empleos; en 2019 de media 4,7 empleados.

- Pequeñas: de 10 a 49 empleos; en 2019 de media 19 empleados

- Medianas: de 50 a 250 empleos; en 2019 de media 99 empleados
              
- A partir de 250 empleados se sitúan las grandes empresas.

Sin embargo, en España, saltar de la pequeña a la mediana es casi misión imposible. 47, 48, 49, y... no hay más. La lista se acaba ahí, en el empleado número 49. Pasar al empleado 50, o más allá, representa un salto de tal dimensión que la mayoría descartan darlo. Es la llamada “Maldición del empleado 50”. Y aunque es conocido que cuanto más crece una empresa más empleo va a necesitar, si las pequeñas gozan, legalmente, y de manera incomprensible, de importantes incentivos por su reducido tamaño, como liquidar el IVA trimestralmente, librarse de hacer una auditoría, presentar las cuentas abreviadas y no tener comité de empresa, parece normal que aprovechen esas ventajas y no salten a Medianas. 





LAS STARTUPS

El término srtartup en español significa empresa emergente. Es decir: joven, sin muchos recursos y con un potencial de buenos resultados. Con una filosofía innovadora de negocio, crecimiento dinámico y escalabilidad en un espacio de tiempo reducido.

Eric Ries, el creador del método Lean Startup la define como “Una institución humana diseñada para crear un nuevo producto o servicio bajo condiciones de incertidumbre extrema.”

Desde el punto de vista técnico, una startup es una empresa que, como contrapunto al emprendimiento individual o de micropymes, por lo general, está fundada por “un equipo” (lo normal es que sean de oficios, profesión o habilidades complementarias para depender lo mínimo posible de asesores o empleados remunerados). Porque al estar en su fase inicial se encuentra descapitalizada, y enfocada en la búsqueda de un modelo de negocio para resolver de manera innovadora un problema o responder a una demanda del mercado. Dicho tipo de empresas se nutren en sus comienzos del capital de sus fundadores, o de los inversionistas que le ven potencial de rentabilidad.


Así, la mayor diferencia entre una startup y una pyme es que la startup busca el modelo de negocio adecuado, mientras que la pyme ejecuta el modelo de negocio ya previsto desde la idea

En definitiva, la startup es el tránsito por una etapa intermedia entre la idea de negocio inicial, u otra que la sustituye porque ha pivotado si la idea original no encontró el modelo de negocio oportuno. Se trata de conseguir crear una gran empresa, soñando con llegar a ser un unicornio. (Para que Ordeñar la vaca sea algo sensacional).

Otra alternativa de la startup es su venta, por lo general a una gran corporación. Esta operación se llama exit* (salida): Matar la vaca.

*EXIT: dentro de la jerga o vocabulario para startups representa la estrategia de salida de los inversores (o de los socios de una compañía). En cualquiera de los dos casos, nos encontramos ante una situación de venta de las participaciones de la empresa. y si la startup ha evolucionado adecuadamente, la venta otorgará un importante retorno de la inversión.

Nota: En el siguiente post veremos las metodologías utilizadas para la creación y crecimiento de las startups: incubadoras, aceleradoras, etc. Así como un apartado dedicado a las españolas, que haberlas haylas.

Hasta la próxima







jueves, 6 de mayo de 2021

EMPRENDIMIENTO CORPORATIVO

“Un joven elefante que vivía en la sabana observaba diariamente con admiración la agilidad con la que la ligera gacela sorteaba obstáculos e incluso ataques de los temidos leones. Los acrobáticos saltos de la gacela se les asemejaban a los pasos de un baile de salón amenizado por los acordes de Chopin. El paquidermo decidió dedicar varias semanas a practicar giros y pasos de baile hasta que una mañana le propuso ansiosamente al antílope bailar juntos. La gacela dudó porque los cinco mil kilos de su amigo frente a sus solo cincuenta eran demasiada diferencia, pero el entusiasmo del joven elefante terminó por convencerla. Los dos animales comenzaron a bailar como si de un vals se tratase y en el primer giro de la danza la pata del elefante se posó, por error, pero con toda la fuerza de sus cinco toneladas de peso, en la frágil columna de la gacela, que murió aplastada en el acto”

La fábula que antecede, "Enseñando a bailar al elefante como una gacela", es una analogía entre el mundo animal y el de la empresa, de Iñaki Ortega (2017), Director de la Deusto Business School, yutilizada en el 2º informe sobre Emprendimiento Corporativo, en junio de 2020, promovido por Santander Universidades con un equipo de investigadores de varios centros españoles de enseñanza superior, que pretende conseguir que las empresas traten de “olvidar” la cultura de rigidez propia de una gran corporación en favor de una gestión ágil e innovadora. Es evidente que ese es el principal contraste entre las empresas elefante y gacela.


EL ELEFANTE DEBE APRENDER A BAILAR CON LAS GACELAS

Es decir, las grandes empresas consolidadas son como elefantes; tienen tamaño, seguridad, recursos, pero son lentas, les cuesta cambiar, y sus procedimientos pueden retrasar cualquier tipo de innovación. Sin embargo, las startups son como gacelas: jóvenes y vulnerables, pero rápidas y ágiles a la hora de innovar. Y como, en general, sus comienzos son muy difíciles, hasta que las muy buenas alcanzan las rondas de financiación, la gran empresa se podría inspirar en ellas y aprender las prácticas de emprendimiento que les ayuden en sus procesos innovadores, tanto a la hora de canalizar el talento emprendedorde sus empleados, como a la hora de aprovechar las oportunidades de colaboración con los emprendedores externos.

Además, esta colaboración con las grandes empresas, traducida en iniciativas de innovación e intraemprendimiento (Emprendimiento Corporativo) podría sacar de la agonía en que se encuentra el ecosistema emprendedor tradicional de España, tan falto de ayudas jurídicas y financieras.

Hasta la próxima



viernes, 30 de abril de 2021

‘AIGUA EN CISTELLA’

“La única manera de evitar el default es financiar solo a empresas viables y canalizar los recursos recibidos para formar a los españoles en las competencias laborales que se van a necesitar en el futuro. De ahí la importancia de este cartucho que Europa va a entregar a nuestro gobierno. Dios quiera que sepan usarlo.”

Con este párrafo finalizaba yo el anterior post en este blog el pasado 31 de marzo. Reproducía el resumen de Enrique Quemada de una entrada en su blog de Expansión, cargado de esperanza y buenos deseos para la reconstrucción de nuestra maltrecha Economía, deseando que llegue cuanto antes la ayuda europea (¿ingenuo?).




¿Pero existe la mínima confianza en ese “Plan Marshall” a la europea por esas empresas que han dicho que se disponen a despedir a un montón de personas? ¿No pensarán que esos 70.000 Mill, “a fondo perdido”, son una entelequia o que puedan estar ya “medio” adjudicados?, ¿o que solo sean un señuelo para que se vayan solicitando los otros 70.000 Mill. en créditos? 

“Y es que después de la avalancha de ertes, que coparon los primeros compases en poco tiempo, 15 grandes empresas en España han anunciado, o han cerrado ya, expedientes de regulación de empleo (eres) que entre todos superan de momento los 28.000 despedidos. Despidos colectivos que van a arreciar en los próximos meses, cuando se vayan retirando las medidas de contención habilitadas por el Gobierno.”



A la vista del listado anterior, ¿cuántas pymes o startups habrá que crear para intentar acercarse a las cifras de despedidos? Y eso pensando solo en números, pero no olvidamos el daño que se le infligirá a esas personas y sus familias. 

“Antes de la pandemia ya estábamos en un proceso de cambio y esta ha venido a acelerar todos aquellos procesos relacionados con la digitalización, la inteligencia artificial y los algoritmos”, afirma el secretario de política sindical de UGT, Gonzalo Pino. Así lo avalan los datos, pues en el 2019 las estadísticas de afectados por ere iban al alza (con 30.871 afectados en toda España) y se colocaban a niveles de final de la Gran Recesión. “En los últimos años venimos oyendo que las nuevas tecnologías crearán más empleos que los que destruyan, pero de momento no lo estamos viendo así”, añade Pino.

¿Y los despedidos podrán acceder a esas empresas basadas, de una forma u otra, en las nuevas tecnologías, las cuales la inmensa mayoría no solo desconocen, sino que ni les suena?

AHORA, se habla mucho de modificar los Planes de Estudios y se presume de que, incluso en la ESO y el Bachillerato, se “le está dando a la Digitalización la importancia que tiene en la Empresa”, basados en la obligación legal de la enseñanza remota. Además de intentar darle un cambio a la Formación Profesional. Por lo que si todo sale bien nuestros descendientes tendrían la oportunidad de aprovechar dichos cambios

Pero ¿y mientras tanto qué? Porque tras esos 28.000 despidos concentrados en las grandes empresas “Hay muchas pymes que tienen una relación muy intensiva con estas empresas y que la pérdida de un cliente tan grande le puede significar el cierre”, explica el secretario general de Pimec, Josep Ginesta

Por otra parte, sin contar las Universidades (un insondable misterio al relacionarlo con las empresas) existen un buen número de Escuelas de Negocios y otras organizaciones que se dedican a impartir másteres, cursos y cursitos de asesoramiento y formación empresarial. Sobre todo, para micros, pymes y startuos

Así, ¿qué se les puede sugerir que hagan? Se les puede recordar que el título de este post, en valenciano significa “Agua en cesta”. Y a partir de ahí que saquen sus propias conclusiones.


Hasta la próxima


miércoles, 31 de marzo de 2021

EFECTOS COLATERALES: RECESIÓN, PARO Y DEUDA

Siguiendo con el relato de mi post anterior, una vez más estoy casi en total sintonía con las opiniones que refleja en el blog de Expansión, Enrique Quemada. Esta vez, por cierto, se trata de un post muy reciente (5-3-21), titulado: ¿Cómo crearemos empleo?, en el que entre otras cosas dice:

“España ha alcanzado los cuatro millones de parados. Además, tiene 900.000 personas en ERTE y 510.000 autónomos acogidos al cese de actividad. A eso se añade que un 40% de las empresas tienen dificultades financieras y el 19% ni siquiera pueden pagar los intereses. Un panorama más que desafiante.

Dado que Europa (parece que) nos va a enviar, entre préstamos y ayudas directas, 140.000 millones de euros, lo sensato sería utilizar estos fondos para sostener aquellas empresas viables, a la vez que se prepara a nuestros ciudadanos para que puedan capturar los trabajos del futuro

¿Cómo sostener los empleos que todavía tenemos?

Dice el autor que, en cuanto al sostenimiento de las empresas viables, “no es partidario de quitas ni de ayudas directas a empresas. Creo que es más justo acordar una espera en capital e intereses por parte de los bancos, así como de Hacienda y la S. Social. Los buenos tiempos volverán y los contribuyentes merecerán entonces que se les devuelva su dinero.”

Para las empresas viables que necesiten una inyección de recursos, en lugar de dar ayudas directas a fondo perdido, creo que tendría sentido nueva financiación que se pueda devolver cuando pase la pandemia y crezca la economía. 

A las empresas de mayor tamaño se les darían prestamos convertibles, de manera que en caso de que finalmente no puedan devolver las ayudas recibidas, los contribuyentes recuperen su dinero al convertir el Estado su deuda en capital.



Y en el futuro ¿cómo creará España empleo?

Las revoluciones tecnológicas, que ya han comenzado, suponen una oportunidad, si sabemos aprovecharlas, gracias entre otras cosas al teletrabajo, mientras el personal aprende y se pone al día para tratar de convertirnos en un hub de servicios en remoto y tecnología, siguiendo el ejemplo de Málaga Valley o Barcelona distrito 22@. (Y aunque muchos frikis paisanos nuestros nos tachen de ser el “patio trasero de Europa” no nos queda otra que aprovechar nuestro clima y la gastronomía. En definitiva, el turismo de sol y playa, porque no nos podemos permitir el lujo de desdeñar ninguna oportunidad de ingresos).

Es urgente la actualización de capacidades de nuestros trabajadores, porque, nos guste o no, es una realidad que la robotización ya está sustituyendo a los trabajos manuales en los sectores manufactureros. Hace muy poco aquí se vendió una empresa de alimentación especializada en desayunos de cereales que facturaba cien millones de euros con tan solo sesenta empleados, el resto eran robots. Con una industria que pesa el 12,6% del PIB, son muchos los puestos de trabajo que van a resultar afectados.

En el sector bancario, por ej, donde los robo advisors (gestores financieros automatizados) gestionan ya más del 50% del dinero y, como cada vez hay menos oficinas, se trata de un sector que no va a crear nuevo empleo, sino que lo va a destruir.

3D, la Nube, biotecnología, internet de las cosas, blockchain, movilidad Las revoluciones en robótica, inteligencia artificial, computación cuántica, big data, impresión, smart cities, nuevos materiales, economía compartida, 5G están aquí y van a determinar los empleos del mañana. Si no queremos ser un país de mano de obra precaria y barata (in sæcula sæculorum) nuestro gobierno tiene que aprovechar los fondos de reconstrucción europeos para realizar un inmenso esfuerzo en formación en tecnologías y en inversión en I+D+I.

La formación en tecnologías es una necesidad imperiosa. El 42,3% de los puestos de trabajo que se demandaron en 2020 en nuestro país fueron digitales, pero en España solo trabajan 400.000 informáticos, el 56% de ellos en Madrid. El resto de Europa tiene este problema pues 500.000 empleos digitales se quedaron sin cubrir durante el 2020 en toda la Unión Europea.

España invierte en I+D+I tan sólo un 1,25% del PIB, con la media europea situada en el 2,18%. Es urgente que aceleremos en esta partida si no queremos ser un país que tenga que competir con los que tienen salarios bajos por ausencia de especialización.

A los 140.000 millones de euros que España recibirá de Europa se han de añadir más de 36.000 millones de euros en fondos estructurales. Es una barbaridad de dinero y una gran oportunidad que no se puede desaprovechar, porque quizás se trate de nuestra última bala para evitar que explote la burbuja de deuda pública que está acumulando España.


¿Por qué hay burbuja de deuda pública?

Tan solo en el 2020 la deuda pública de España creció en 122.439 millones de euros, alcanzando el 117% del PIB. En 2021 volverá a crecer con fuerza. A ello hay que sumar 70.000 millones que nos presta Europa (no a fondo perdido) con los fondos de reconstrucción.

Se debe añadir un gasto en pensiones que ya es el 20% del gasto público y que va inexorablemente en aumento por nuestra pirámide de población: España envejece, con una vida media de 84 años, muy superior al resto de países.

Añadamos a todo esto el coste económico de cuatro millones de parados para las arcas públicas, de otras 1.410.000 personas en precario entre ERTEs y autónomos con cese de actividad y un 19% de empresas al borde de la quiebra.

Con una población cada vez más mayor y un déficit público desbocado, si quiebran empresas y el desempleo sigue subiendo la deuda pública alcanzará en cinco años niveles insostenibles. No habrá un Mario Draghi para sostenernos, como no lo hubo para Grecia.

La única manera de evitar el default es financiar solo a empresas viables y canalizar los recursos recibidos para formar a los españoles en las competencias laborales que se van a necesitar en el futuro. De ahí la importancia de este cartucho que Europa va a entregar a nuestro gobierno. Dios quiera que sepan usarlo.


Hasta la próxima

PD.- Con fecha de ayer mismo, se ha sabido por CEPYME, que Dos millones de autónomos y pequeños negocios se quedarían fuera de las ayudas directas por el sector al que pertenecen. 

Y uno de cada tres por dar pérdidas en 2019. Entre ambas cuestiones dejarían fuera al 53% de los negocios.

jueves, 11 de marzo de 2021

ACTUALIZACIONES (I)

Como tengo la impresión de que mucha gente está cansada de oír, hablar y leer, desde hace un año ya, sobre la pandemia y sus derivadas económicas, voy a “zapear” para traer aquí, después de actualizarlo, un post cuya versión original tuvo muy buena aceptación entre los seguidores de este blog. Pero lo he actualizado, ya que se trata de un tema que, “por H o por B”, siempre está ahí, así que me gustaría que esta versión fuera leída por el mayor número de personas posible, a las que deseo la mejor de las suertes. 


“Domingo, 2 de septiembre de 2018

ESTUDIAR PARA… ¿TRABAJAR?

Si un joven en pleno bachillerato nos pidiera opinión sobre qué estudios universitarios elegir para tratar de acceder a un buen empleo, unos tratarían de convencerlo de que “Los mundos de Yupi” ya hace tiempo que no existen, pero otros trataríamos de conocer si sus aptitudes están en consonancia con sus posibles aspiraciones: 

- ¿Ciencias o Humanidades?

- ¿Empresario, empleado por cuenta ajena o autónomo?

- ¿Trabajo privado, funcionario o voluntario en ONG?


Y en función de las respuestas a estas cuestiones, habría que aclararle algunas de las ventajas e inconvenientes de los estudios necesarios para tratar de acercarlo a sus pretensiones económicas y/o sociales.

Por ejemplo, recomendarle la lectura de un artículo publicado por el periodista Esteban Hernández, el pasado 27 de agosto, en el blog de El Confidencial, titulado: “Las 15 grandes empresas que ya no exigen un título para contratar (y los motivos)”

En síntesis, el artículo comienza con un párrafo que ya parece toda una declaración de intenciones:

“Afirmar, que se avecinan cambios en el mundo laboral se ha convertido en una obviedad. Los robots, la automatización y la pérdida de empleos sustituidos por las máquinas forman parte de un futuro que se percibe como inevitable. Pero a menudo, y es el caso del trabajo, fijarnos en el largo plazo impide darnos cuenta de los cambios que están produciéndose en el presente.

La cadena CNB afirma que15 grandes compañías, entre las que se encuentran Google, Apple, IBM, Bank of America o EY, no están exigiendo título universitario a los aspirantes a los procesos de contratación. Hace cinco años, el entonces vicepresidente de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, había avisado al respecto cuando aseguró que "el expediente académico no sirve para nada", ya que existía una gran desconexión entre lo que se enseñaba en la universidad y el trabajo que se realizaba en la compañía. “Después de dos o tres años”, asegura Bock, “tu habilidad para desempeñar tareas en Google no tiene ninguna relación con lo bueno que eras en la escuela, porque las habilidades que se piden en la universidad son muy diferentes”. 



Y después de una extensa y argumentada exposición, que la omito para no cansar, el artículo termina con este párrafo: 

“De modo que antes de empezar a señalar que las universidades no valen para nada, que las titulaciones son inútiles y que deben desaparecer, habría que pensar qué va a ser lo que las sustituya. Que el modelo actual presente deficiencias, a veces graves, no implica que lo nuevo vaya a ser mejor. Habrá, por tanto, que pensar cómo solucionar los problemas actuales en lugar de echarnos en brazos de unas exigencias innovadoras que a menudo aprovechan solo a una parte”.

Así es que, dado que el artículo resulta interesante porque en un rato reunió más de cuarenta comentarios, he elegido entre todos uno de ellos con el cual me siento bastante identificado: 

“Me parece que la Universidad tiene dos funciones distintas: de un lado, preparar a sus alumnos para el mercado laboral y de otro, la investigación pura o aplicada. Respecto a la primera, que es el motivo del artículo, uno de los inconvenientes que veo es que, generalmente, el profesorado tiene escasa o nula experiencia en el mundo laboral. Sobre todo, porque provienen de ‘una torre de marfil’ y, salvo excepciones, jamás han pisado una empresa. Y con este bagaje, por buena fe que tengan, es difícil que puedan preparar al alumnado para incorporarse a un mundo laboral que estos docentes desconocen. Así, se puede oír a los graduados españoles decir que cuando se han incorporado a la empresa, aunque sea de becarios y sin cobrar, es cuando, en realidad, han comenzado su verdadero aprendizaje” (Las negritas son mías) 

Hasta la próxima


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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.