miércoles, 31 de marzo de 2021

EFECTOS COLATERALES: RECESIÓN, PARO Y DEUDA

Siguiendo con el relato de mi post anterior, una vez más estoy casi en total sintonía con las opiniones que refleja en el blog de Expansión, Enrique Quemada. Esta vez, por cierto, se trata de un post muy reciente (5-3-21), titulado: ¿Cómo crearemos empleo?, en el que entre otras cosas dice:

“España ha alcanzado los cuatro millones de parados. Además, tiene 900.000 personas en ERTE y 510.000 autónomos acogidos al cese de actividad. A eso se añade que un 40% de las empresas tienen dificultades financieras y el 19% ni siquiera pueden pagar los intereses. Un panorama más que desafiante.

Dado que Europa (parece que) nos va a enviar, entre préstamos y ayudas directas, 140.000 millones de euros, lo sensato sería utilizar estos fondos para sostener aquellas empresas viables, a la vez que se prepara a nuestros ciudadanos para que puedan capturar los trabajos del futuro

¿Cómo sostener los empleos que todavía tenemos?

Dice el autor que, en cuanto al sostenimiento de las empresas viables, “no es partidario de quitas ni de ayudas directas a empresas. Creo que es más justo acordar una espera en capital e intereses por parte de los bancos, así como de Hacienda y la S. Social. Los buenos tiempos volverán y los contribuyentes merecerán entonces que se les devuelva su dinero.”

Para las empresas viables que necesiten una inyección de recursos, en lugar de dar ayudas directas a fondo perdido, creo que tendría sentido nueva financiación que se pueda devolver cuando pase la pandemia y crezca la economía. 

A las empresas de mayor tamaño se les darían prestamos convertibles, de manera que en caso de que finalmente no puedan devolver las ayudas recibidas, los contribuyentes recuperen su dinero al convertir el Estado su deuda en capital.



Y en el futuro ¿cómo creará España empleo?

Las revoluciones tecnológicas, que ya han comenzado, suponen una oportunidad, si sabemos aprovecharlas, gracias entre otras cosas al teletrabajo, mientras el personal aprende y se pone al día para tratar de convertirnos en un hub de servicios en remoto y tecnología, siguiendo el ejemplo de Málaga Valley o Barcelona distrito 22@. (Y aunque muchos frikis paisanos nuestros nos tachen de ser el “patio trasero de Europa” no nos queda otra que aprovechar nuestro clima y la gastronomía. En definitiva, el turismo de sol y playa, porque no nos podemos permitir el lujo de desdeñar ninguna oportunidad de ingresos).

Es urgente la actualización de capacidades de nuestros trabajadores, porque, nos guste o no, es una realidad que la robotización ya está sustituyendo a los trabajos manuales en los sectores manufactureros. Hace muy poco aquí se vendió una empresa de alimentación especializada en desayunos de cereales que facturaba cien millones de euros con tan solo sesenta empleados, el resto eran robots. Con una industria que pesa el 12,6% del PIB, son muchos los puestos de trabajo que van a resultar afectados.

En el sector bancario, por ej, donde los robo advisors (gestores financieros automatizados) gestionan ya más del 50% del dinero y, como cada vez hay menos oficinas, se trata de un sector que no va a crear nuevo empleo, sino que lo va a destruir.

3D, la Nube, biotecnología, internet de las cosas, blockchain, movilidad Las revoluciones en robótica, inteligencia artificial, computación cuántica, big data, impresión, smart cities, nuevos materiales, economía compartida, 5G están aquí y van a determinar los empleos del mañana. Si no queremos ser un país de mano de obra precaria y barata (in sæcula sæculorum) nuestro gobierno tiene que aprovechar los fondos de reconstrucción europeos para realizar un inmenso esfuerzo en formación en tecnologías y en inversión en I+D+I.

La formación en tecnologías es una necesidad imperiosa. El 42,3% de los puestos de trabajo que se demandaron en 2020 en nuestro país fueron digitales, pero en España solo trabajan 400.000 informáticos, el 56% de ellos en Madrid. El resto de Europa tiene este problema pues 500.000 empleos digitales se quedaron sin cubrir durante el 2020 en toda la Unión Europea.

España invierte en I+D+I tan sólo un 1,25% del PIB, con la media europea situada en el 2,18%. Es urgente que aceleremos en esta partida si no queremos ser un país que tenga que competir con los que tienen salarios bajos por ausencia de especialización.

A los 140.000 millones de euros que España recibirá de Europa se han de añadir más de 36.000 millones de euros en fondos estructurales. Es una barbaridad de dinero y una gran oportunidad que no se puede desaprovechar, porque quizás se trate de nuestra última bala para evitar que explote la burbuja de deuda pública que está acumulando España.


¿Por qué hay burbuja de deuda pública?

Tan solo en el 2020 la deuda pública de España creció en 122.439 millones de euros, alcanzando el 117% del PIB. En 2021 volverá a crecer con fuerza. A ello hay que sumar 70.000 millones que nos presta Europa (no a fondo perdido) con los fondos de reconstrucción.

Se debe añadir un gasto en pensiones que ya es el 20% del gasto público y que va inexorablemente en aumento por nuestra pirámide de población: España envejece, con una vida media de 84 años, muy superior al resto de países.

Añadamos a todo esto el coste económico de cuatro millones de parados para las arcas públicas, de otras 1.410.000 personas en precario entre ERTEs y autónomos con cese de actividad y un 19% de empresas al borde de la quiebra.

Con una población cada vez más mayor y un déficit público desbocado, si quiebran empresas y el desempleo sigue subiendo la deuda pública alcanzará en cinco años niveles insostenibles. No habrá un Mario Draghi para sostenernos, como no lo hubo para Grecia.

La única manera de evitar el default es financiar solo a empresas viables y canalizar los recursos recibidos para formar a los españoles en las competencias laborales que se van a necesitar en el futuro. De ahí la importancia de este cartucho que Europa va a entregar a nuestro gobierno. Dios quiera que sepan usarlo.


Hasta la próxima

PD.- Con fecha de ayer mismo, se ha sabido por CEPYME, que Dos millones de autónomos y pequeños negocios se quedarían fuera de las ayudas directas por el sector al que pertenecen. 

Y uno de cada tres por dar pérdidas en 2019. Entre ambas cuestiones dejarían fuera al 53% de los negocios.

jueves, 11 de marzo de 2021

ACTUALIZACIONES (I)

Como tengo la impresión de que mucha gente está cansada de oír, hablar y leer, desde hace un año ya, sobre la pandemia y sus derivadas económicas, voy a “zapear” para traer aquí, después de actualizarlo, un post cuya versión original tuvo muy buena aceptación entre los seguidores de este blog. Pero lo he actualizado, ya que se trata de un tema que, “por H o por B”, siempre está ahí, así que me gustaría que esta versión fuera leída por el mayor número de personas posible, a las que deseo la mejor de las suertes. 


“Domingo, 2 de septiembre de 2018

ESTUDIAR PARA… ¿TRABAJAR?

Si un joven en pleno bachillerato nos pidiera opinión sobre qué estudios universitarios elegir para tratar de acceder a un buen empleo, unos tratarían de convencerlo de que “Los mundos de Yupi” ya hace tiempo que no existen, pero otros trataríamos de conocer si sus aptitudes están en consonancia con sus posibles aspiraciones: 

- ¿Ciencias o Humanidades?

- ¿Empresario, empleado por cuenta ajena o autónomo?

- ¿Trabajo privado, funcionario o voluntario en ONG?


Y en función de las respuestas a estas cuestiones, habría que aclararle algunas de las ventajas e inconvenientes de los estudios necesarios para tratar de acercarlo a sus pretensiones económicas y/o sociales.

Por ejemplo, recomendarle la lectura de un artículo publicado por el periodista Esteban Hernández, el pasado 27 de agosto, en el blog de El Confidencial, titulado: “Las 15 grandes empresas que ya no exigen un título para contratar (y los motivos)”

En síntesis, el artículo comienza con un párrafo que ya parece toda una declaración de intenciones:

“Afirmar, que se avecinan cambios en el mundo laboral se ha convertido en una obviedad. Los robots, la automatización y la pérdida de empleos sustituidos por las máquinas forman parte de un futuro que se percibe como inevitable. Pero a menudo, y es el caso del trabajo, fijarnos en el largo plazo impide darnos cuenta de los cambios que están produciéndose en el presente.

La cadena CNB afirma que15 grandes compañías, entre las que se encuentran Google, Apple, IBM, Bank of America o EY, no están exigiendo título universitario a los aspirantes a los procesos de contratación. Hace cinco años, el entonces vicepresidente de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, había avisado al respecto cuando aseguró que "el expediente académico no sirve para nada", ya que existía una gran desconexión entre lo que se enseñaba en la universidad y el trabajo que se realizaba en la compañía. “Después de dos o tres años”, asegura Bock, “tu habilidad para desempeñar tareas en Google no tiene ninguna relación con lo bueno que eras en la escuela, porque las habilidades que se piden en la universidad son muy diferentes”. 



Y después de una extensa y argumentada exposición, que la omito para no cansar, el artículo termina con este párrafo: 

“De modo que antes de empezar a señalar que las universidades no valen para nada, que las titulaciones son inútiles y que deben desaparecer, habría que pensar qué va a ser lo que las sustituya. Que el modelo actual presente deficiencias, a veces graves, no implica que lo nuevo vaya a ser mejor. Habrá, por tanto, que pensar cómo solucionar los problemas actuales en lugar de echarnos en brazos de unas exigencias innovadoras que a menudo aprovechan solo a una parte”.

Así es que, dado que el artículo resulta interesante porque en un rato reunió más de cuarenta comentarios, he elegido entre todos uno de ellos con el cual me siento bastante identificado: 

“Me parece que la Universidad tiene dos funciones distintas: de un lado, preparar a sus alumnos para el mercado laboral y de otro, la investigación pura o aplicada. Respecto a la primera, que es el motivo del artículo, uno de los inconvenientes que veo es que, generalmente, el profesorado tiene escasa o nula experiencia en el mundo laboral. Sobre todo, porque provienen de ‘una torre de marfil’ y, salvo excepciones, jamás han pisado una empresa. Y con este bagaje, por buena fe que tengan, es difícil que puedan preparar al alumnado para incorporarse a un mundo laboral que estos docentes desconocen. Así, se puede oír a los graduados españoles decir que cuando se han incorporado a la empresa, aunque sea de becarios y sin cobrar, es cuando, en realidad, han comenzado su verdadero aprendizaje” (Las negritas son mías) 

Hasta la próxima


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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.