jueves, 17 de febrero de 2022

EL ECOSISTEMA EMPRENDEDOR HA CAMBIADO EN ESPAÑA (I)

El Emprendimiento Empresarial no es discutible. En absoluto; todo lo contrario: es necesario. Aporta nuevos negocios que contribuyen al desarrollo económico del país, convirtiéndose en impulsores de riqueza al agregar al mercado productos y servicios, en ocasiones innovadores; crean empleo, salarios y tributos al Estado. En definitiva, un mejor nivel de vida para la población. 

Aquellos emprendedores españoles que, en los oscuros años de la Gran Recesión, fueron protagonistas forzados del teatro que escenificaban los políticos para animarlos a “acabar con el paro” (más de 5 Millones) y levantar al país. Un país sin un modelo productivo claro y medio abandonado a su suerte que, en muchos casos, basaba su cultura en estructuras empresariales y tradiciones heredadas del siglo XIX. 

Esa economía cuyo PIB desde los 50’ sigue dependiendo en buena parte del volátil Turismo (como ha demostrado la pandemia), y que debó ser sustituido en su día por algunas de esas industrias innovadoras punteras, si hubieran sido apoyadas por un Estado que no diera preponderancia a la ideología dominante, sino al bienestar del pueblo, como en tantos países que ni son más creativos que nosotros ni tienen nuestra magnífica red de parques tecnológicos para poder desarrollar la Innovación.

Diferencias entre Innovación y Creatividad

La creatividad es fundamental para la innovación, pero no es lo mismo tener ideas, que ejecutarlas y traducirlas en innovación.

La creatividad es un proceso mental, mientras que la innovación es un proceso productivo y/o comercial.

  • Ser creativo es gratis, mientras que trasladar la creatividad a un proceso productivo que genere innovación, requiere de capital.
  • La creatividad no se puede medir, mientras que la innovación sí.
  • La creatividad es un proceso flexible, que permite generar distintas alternativas, mientras que la innovación es más rígida, al tener que traducir la creatividad en acciones concretas.
  • En definitiva, si queremos estar en el pelotón de cabeza de los países innovadores de la UE y a nivel mundial, es preciso ejecutar una política equilibrada de inversión y apoyo a los sistemas nacionales de investigación e innovación, que contemple acciones tanto del sector público como del privado.

Pero aquellos emprendedores, futuros “salvadores de la patria”, no recibían apoyo alguno de las Administraciones, como de costumbre. Así, que a buscarse la vida. Porque las tan pregonadas subvenciones, nacionales o autonómicas, llegaban tarde, mal o nunca, y sin una sola ventaja fiscal que llevarse al bolsillo, sino todo lo contrario: el IVA debía liquidarse antes de cobrar la factura. Así, sin una mediana Ley a la que aferrarse, y otras carencias, era muy difícil tirar del carro; por lo que muchos negocios estaban sentenciados antes de empezar, por brillante que fuera la idea o su modelo de negocio. 

Pero, la propaganda surtió efecto y el “emprendedurismo” levantó algo el vuelo debido a la perentoria necesidad de ingresos que tenía el personal. Negocios como fruterías, bares, peluquerías o pastelerías proliferaban por aquí y por allá. Pero al vislumbrarse “los brotes verdes” y la economía volver a medio funcionar, el empleo por cuenta ajena creció poco a poco, a la vez que decaía aquella coyuntural fiebre emprendedora. 

Sería casualidad, pero coincidió con el comienzo del apogeo de las STARTUPS en España, apoyadas por los inversores (business angels), que ahora sí veían negocio, cuando en la etapa anterior costaba Dios y ayuda sentarlos para hablar de algún proyecto de relativa envergadura. Bien es verdad que el nuevo sistema estaba completamente basado en la INNOVACIÓN, y el primitivo muy cercano a la Improvisación

Antes, el capital inicial para emprender solo dependía de familiares, amigos y del préstamo bancario. Pero los departamentos de riesgo le echaban un vistazo a las cifras y aquel Plan de Negocio quedaba sentenciado. Las 70 páginas restantes de aquel del tocho, encuadernadas y realizadas con gran esmero por el “futuro empresario”, que habían sido asesoradas y supervisadas por cualificados profesionales, importaban menos. En general, la solución solía estar bastante clara, o firmaba un avalista o no habría préstamo. 

Y es que el sistema micro-emprendedor español se había pegado un tiro en el pie al no saber ver que el futuro ya había llegado y que se le podría poner muy oscuro a las pymes. Porque a raíz de la crisis del ladrillo y la Banca, y la caída en picado del empleo por cuenta ajena, había surgido un espécimen de emprendedor para hacerse autónomo, ya que necesitaba ingresos como fuera, y trabajar por cuenta ajena estaba imposible. Los gastos familiares, viejos y nuevos, eran insoportables (hipoteca, móviles de toda la familia, canales de pago del plasma, tablets, estudios y transportes de los niños, etc.). Por eso, la única salida que les quedaban era comprar un puesto de trabajo. De cualquier cosa. Pero crear cooperativas o industrias para fabricar algo ni pensarlo. Demasiado complicado. Cuanto más facilito mejor. Pero los que habían no salieron mejor parados y la plaga se los llevó por delante, a montones. 

Evidentemente, aquellos autónomos que se atrevieron a dar el salto y contrataron empleados se convirtieron en microempresas, con las consiguientes responsabilidades económicas y legales. Por lo que debían tener la capacidad de obtener dinero suficiente para afrontar las inversiones iniciales y un colchón para los primeros gastos esenciales hasta comenzar a facturar. Y, sobre todo, una mínima, aunque imprescindible preparación empresarial para saber vender sin perder... y además poder cobrar. 



Pero como no existe un organismo con una norma que certifique la cualificación de una persona que demuestre estar preparada para dirigir una empresa o, en su defecto, fondos suficientes para pagar a un tercero que la dirija, se puede estar poniendo en peligro todo el sistema: al propio emprendedor, avalistas, empleados y proveedores. Los bancos tienen los avales, pero la SS y Hacienda no, así, que embargar a avalistas y/o titulares es bastante plausible. 

LA MEDICIÓN DEL EMPRENDIMIENTO (EL GEM)

Se dice que lo que no se puede medir es como si no existiera. Así, que el Emprendimiento, aunque con demasiados vericuetos, no va a ser menos y tiene sus reglas para medirlos, recogidas en una gran encuesta anual llamada GEM, muy burocratizada porque interviene mucha gente de casi todos los países y regiones del mundo.

La clave es la Tasa de Actividad Emprendedora, o TEA, por sus siglas en inglés (Total early-stage Entrepreneurial Activity), que mide todas las iniciativas emprendedoras de menos de 42 meses que confluyen en la encuesta mundial denominada GEM. 

Es decir, si la TEA de un país es del 8%, significa que de cada 100 personas hay 8 que han emprendido en los últimos tres años y medio. La TEA recoge la dinámica emprendedora de una nación, y la medición del Emprendimiento anual, una vez descontados los cierres y abandonos. En definitiva, el Porcentaje de Supervivencia Emprendedora.

DE UN TRABAJO QUE PUBLIQUÉ EN UN POST DE ESTE BLOG EN 2016 


PARA HACERSE UNA IDEA DE LA EVOLUCIÓN EMPRENDEDORA EN ESPAÑA DESPUÉS DE 2015 (POR SER EL ÚLTIMO AÑO DEL QUE TUVE DATOS) SE PUEDE COMPROBAR QUE LA TAE DE 2021 FUE SOLO 5,2 

En el siguiente post veremos la deriva que ha tomado el Ecosistema Emprendedor en España. 

Hasta entonces.



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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.