jueves, 28 de enero de 2021

LE MARKETING C’EST MOI

El estilo innovador y la marca personal no es cosa de hoy. Tienen su origen en la monarquía francesa del siglo XVII. Luis XIV, conocido como el Rey Sol, fue el primero en crear una marca de la máxima exuberancia regia a través de estrategias ingeniosamente diseñadas, comparables para su época al marketing del lujo, la comunicación o las relaciones públicas contemporáneas. A este Rey se le atribuye la famosa frase L'État, c'esa moi («El Estado soy yo»).

Pero, para comparar, es necesario conocer los estilos de cada época vivida. En la 'Era de los descubrimientos' se solapaban los elementos tangibles (telas, joyas, pelucas, aderezos o nuevos productos) con los intangibles (gobernanza absolutista con una economía distribuida convenientemente entre los cortesanos) que pululaban alrededor del “Sol”, reverenciándolo en el fastuoso Palacio de Versalles, construido al efecto. Mientras abusaban de un pueblo sometido, analfabeto y acobardado. Hasta que pasó lo que tenía que pasar.

En cambio, hoy proliferan los asesores del marketing político, pero al parecer tiene “las patas muy cortas”. Está vacío de contenido; todo son castillos en el aire y promesas, la mayoría de las cuales no se cumplen. Sin embargo, no se puede estigmatizar al verdadero marketing que es útil y necesario cuando está bien estructurado con un producto o servicio detrás, y que se posiciona en el correspondiente mercado sin forzar al consumidor, el cual, en reciprocidad, no solo compra la marca sino que incluso puede ser fidelizado por ella.


Caricatura enviada por franmoreno.art a un concurso del periódico ABC, en 2017.


Decía Nacho Cardero, en ‘El Confidencial Digital’ hace unos días:

“Fracasamos en la gestión de la pandemia y volvemos a hacerlo con un plan de vacunación que resulta caótico e ineficiente. Cada comunidad hace la guerra como quiere y puede”

Y me permito extraer algunas ideas de dicho artículo:

1.- La Unión Europea parecía haber garantizado que el suministro de las vacunas se hiciera en tiempo y forma, con un calendario muy detallado de entregas para controlar a los proveedores, mientras Pedro Sánchez señalaba que España era "el noveno país del mundo en el proceso de vacunación y el tercero de la Unión Europea en dosis administradas", defendiendo de forma temeraria el objetivo del Ejecutivo de alcanzar el 70% de inmunización para verano y acabar el primer semestre del año con "20 millones de personas vacunadas". (Pero hay un lío muy gordo con los laboratorios que ya han vendido millones de vacunas, y que parece que tienen la sartén por el mango. Por lo visto, alguien de la UE no leyó bien la letra pequeña y se la colaron con el binomio viales vs. dosis)

2.- Describía Tucídides en 'La guerra del Peloponeso' la terrible peste que asoló Atenas en el 430 antes de Cristo —"una epidemia tan grande y destructiva de hombres" que no se recordaba que hubiera ocurrido antes en parte alguna— y cómo aquella plaga introdujo en la polis griega "una mayor falta de respeto por las leyes", una actitud indolente e irrespetuosa que, en opinión del historiador, solo se podía combatir desde el campo de la ética y los principios y valores, "huyendo de los tres grandes vicios: flojedad, cobardía e imprudencia". (Están muy recientes los casos de personajes más o menos públicos que aprovechando sus privilegios se han saltado la cola. Y de los que dicen que vacunan en su casa a toda la familia pero no salen en los medios)

3.- Decimos de forma temeraria porque el ritmo de vacunación está lejos de resultar idóneo. Es un proceso que requiere de intervención manual y no hay suficientes recursos. No los hay en los países miembros de la UE y menos en España; expertos en embarcarnos en polémicas estériles como la de los 'culillos' de las dosis antes que poner en marcha un plan común para todas las CCAA. Hay estadísticas insoportables de muertes y contagios. No hay registro nacional de vacunaciones, no hay estrategia consensuada, no hay protocolo, no hay personal. Las vacunas no solo pierden eficacia, sino que, si nos llegan, pueden acabar perdiéndose. (O sea, si aquí el tema autonómico va como va, a nuestros otros socios, -los listos de la UE-, también los engañan, ¿cómo a chinos?). No nos escapamos.

Estos tres párrafos que le he tomado prestado a Nacho Cardero, al que diariamente sigo, pertenecen a un artículo suyo cuyo elocuente título ya lo dice todo: 

LA INEPTITUD POLITICA ES MAS CONTAGIOSA QUE LA CEPA BRITANICA

Y ahora, un caso vivido en primera persona, hoy mismo. 

He ido a mi Centro de Salud Pública a conocer a la joven Dra. que me han adjudicado, porque mi médico de Primaria de siempre se ha jubilado. Relativamente joven, pero con un lógico temor al bicho.

Bien, le he comentado a la Dra.: yo conozco a bastante gente mayor de 70 y algunos con patologías serias. ¿Cuándo les tocará? ¿Hay algún tipo de listado? Ahí en ese PC el sistema contiene la base de datos en la que figuran todos los historiales de esas personas con patologías y sus tratamientos. ¿Sabes si en alguna oficinita de algún rincón de España hay alguien, funcionario o no, que se esté ocupando del incierto futuro de este gremio que está tan expuesto?

Y la Dra., con toda su mayor buena fe me ha dicho: “Ni yo ni ningún compañero de Atención Primaria creo que tengamos la más ligera idea para responder a esas preguntas que me haces.”

Esta sincera respuesta podría denominarse CONTRAMARKETING.

Así que al parecer, los clásicos llevan razón: las peores pandemias no son las víricas sino las morales.


Hasta la próxima

jueves, 7 de enero de 2021

IMPREVISIBLE-21 TRAS EL CAÓTICO-20

“España ha sufrido dos veces las consecuencias de negar la evidencia científica; de la lentitud, de la improvisación, de la ausencia de humildad. ¿Puede no haber dos sin tres? Desde hace semanas, la comunidad científica viene avisando del riesgo que contienen las fechas a las que nos acercamos. Advierten con un tono más cercano a la desesperación que a la preocupación. Afirman que los encuentros navideños pueden cebar la emergencia de la tercera ola (…) Pasó en febrero, pasó desde julio y puede estar ocurriendo de nuevo precisamente ahora, justo antes de las Navidades. Mientras, a modo de advertencia, salen a flote las consecuencias de los movimientos que hubo durante el puente de la Constitución.”

El artículo precedente fue publicado por Álvaro Pombo, el 19-12-2020, en su sección diaria “Crisis-Covid 19”, del periódico El Confidencial.

Bien, pues el martes 5, anteayer, solo 17 días después, remachó el tema en la misma sección del periódico con otro artículo, titulado:


‘TERCERA OLA. ¿QUÉ SABEMOS?’
(Tres velocidades en juego)

1ª. Comportamiento social

2ª Transmisión vírica 

3ª Proceso de vacunación. 

Primera. Porque tenemos reciente el precedente del día de Acción de Gracias norteamericano sabemos que los encuentros familiares y sociales comienzan a reflejarse en el aumento de casos entre 10 y 11 días después. Por tanto, los números aquí de estos días no son del todo fiables. Pronto veremos el impacto real de Nochebuena y Navidad. Después, el de Nochevieja y Reyes. Las celebraciones navideñas, la imprevisión y la descoordinación pueden traer a nuestro país la cuesta de enero más dura en nuestra historia reciente

Segunda. Hay dos variantes de covid-19 y sabemos que son entre un 50 y un 70% más transmisibles. Crecimiento exponencial. Mayor número de fallecimientos y riesgo de colapso hospitalario.

Tercera. Hace falta tiempo para que la vacunación empiece a marcar la diferencia. El comienzo del proceso está siendo peor que flojo.

Tres consecuencias. 

Una. En España, la tercera ola doblará la esquina a partir del martes que viene.

Dos. En Europa, van a prolongarse los confinamientos o aplicarse restricciones más duras a muy corto plazo.

Tres. Prueba dura para el mundo desarrollado. Como mínimo, hasta el verano.

Bueno, pues ya están aquí de nuevo las consecuencias, Y es que fue comenzar a ponderar las vacunas y mientras subían los valores de la bolsa involucrados, en idéntica proporción se relajaba el personal, como si no lo estuviera ya bastante. Porque es evidente que hay mucha gente que están negadas para entender todo lo que no huela a ocio o a fiestas. Parece que hay que aceptar que una buena parte de esta sociedad antepone las tradiciones al miedo. Así que es probable que haya que dejar de llamar agoreros a los que pronostican que, si llegara otra plaga, del tipo que fuere, volvería a cogernos en pañales. Y ojalá que la nueva variante británica del virus, que asola a llanitos y españoles en el Campo de Gibraltar, no sea un anticipo de tales percepciones.

Solo hay que pensar en el horror de las cifras de personas fallecidas, contabilizadas o no, y en las secuelas que les quedan a los que se salvan, mientras hay gente que no entiende la imperiosa necesidad de cumplir con las mínimas normas establecidas para tratar de evitar el contagio y poner en peligro a los demás. Por eso, es difícil comprender que el mero hecho de encontrar una mesa y cuatro sillas vacías en una terraza sea una especie de visado para que, al sentarse, todos se despojen de las mascarillas y se coloquen tan solo a medio metro de distancia, aunque no convivan entre sí, dure lo que dure el encuentro. Y este es solo un mínimo ejemplo de la gente que más o menos actúa con cabeza. No entro en esas fiestas clandestinas promovidas por no se sabe quién. ¿O sí se sabe?


Hasta el próximo post no entraré en la Economía Empresarial ni en mi visión de la relación con la Política, pero sin entrar en el carajal de las consabidas broncas, más o menos artificiales o teatrales, entre el gobierno central con otros partidos y los 17 reinos de taifas, todos ellos intentando coger la batuta para marcarnos el compás, dejo aquí una noticia que me llamó la atención. Solo por comparar opiniones entre regímenes similares: 

“El rey Carlos Gustavo de Suecia (a sus 73 años) ofreció la semana pasada un inesperado veredicto sobre la controvertida estrategia de su país para enfrentar la pandemia: "Creo que hemos fracasado". La tradicional alocución navideña del monarca sueco en la televisión pública SVT se transformó en un inusual 'mea culpa' por el alto impacto del covid-19 en el país —especialmente, entre las personas mayores—, donde la segunda ola está superando las previsiones de las autoridades y amenaza con desbordar el sistema sanitario sueco.” 

Hasta la próxima.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.