viernes, 26 de agosto de 2022

PRINCIPIO DE PRECAUCIÓN VS DESASTRES PREVISIBLES

Al preguntar hoy por el compromiso de un país con el medio ambiente a menudo se oyen respuestas similares a esta: 

“La defensa del medio ambiente es responsabilidad ciudadana, por lo que es indispensable la activa participación de la población, la cual se entendería con un criterio amplio; es decir, que la gente se involucre al máximo en los asuntos públicos.” 

Pero si los responsables públicos atendieran al ciudadano al solicitar algo vital para la salud (más médicos) y no prometieran la luna en elecciones, es posible establecer una mayor relación de confianza en cuestiones como las ambientales. Por ejemplo, en países más sensibilizados con el medio ambiente (Alemania) el pro-ecologismo, en ocasiones, hasta toca poder. 

Así, y en el mismo orden de cosas, si entre los grandes y el resto la diferencia contaminante es abismal (gráfico de abajo), si se hicieran auditorías ambientales se conocería que los oligopolios industriales ocupan el top en riesgos ecológicos, aunque al ciudadano se le acuse de haberse habituado a un consumo compulsivo que fuerza a la industria a la contaminación. Sin embargo, ese consumo está inducido por el Marketing, un proceso técnico no científico, pero legalizado como Grado Universitario.

Y es que a los gobiernos no les interesa que el consumo decaiga. Es una porción muy importante del PIB, sin olvidar el IVA; por lo que no es conveniente revolotear el gallinero. Así, los que en realidad mueven los hilos lo tienen claro y permiten que ciertos grupos mediáticos actúen como lobbies de diversas corporaciones industriales. Y éstas, a cambio, reservan las sillas que serán ocuparlas en sus Consejos de Administración. 


EN DEFENSA DE LA CIUDADANÍA

Si alguno de los avispados lectores se fija bien en esa especie de Mini Introducción que ha leído al inicio notará que aunque he intentado escribir bastante claro puede que no se entienda bien del todo, porque he ido con pies de plomo al expresarme, ya que Linkedin, según explican ellos mismos, actualizan periódicamente sus filtros adaptativos (algoritmos) que son cada día más inteligentes y no se les pasa ni una. Así, he procurado ser lo más políticamente correcto que permite un tema tan vidrioso como este.

Pero esto no es óbice para obviar este asunto, que no es otro que desviarme unos grados del rumbo establecido hasta ahora y otear el horizonte desde una perspectiva más green (manteniendo por supuesto la empresarial), a la cual me ha costado regresar al cabo de los años porque además de las tonterías que se oyen hay algunos fundamentalistas, que han cambiado ya de diversas chaquetas y que desde radios y teles, micrófono en mano, no paran de faltarle al respeto al ciudadano de buena fe que debe soportar como le dicen que son víctimas de “esa estafa del calentamiento”; lo cual creo, que como yo, no lo comparten los viejos rockeros ambientalistas. 

O sea, que empiezo una nueva etapa cuyo objetivo es que las pulgas ambientales que se quiten de encima los administradores públicos les caigan a los ciudadanos las menos posibles. Y al decir CIUDADANOS me refiero a los de capital, ciudad, pueblo o aldea. A todos, ya que si las teles hacen distingos geográficos y/o demográficos las redes sociales no los hacen, ni a mis colegas seniors ni a mi nieta la pequeña que vive en Sevilla, y cuando nos vemos casi siempre me da una nueva lección sobre el móvil.

Y como yo también creo que es mejor enseñar a pescar que regalar el pescado, voy a intentar desde aquí explicarle al que quiera oírlo lo que es un termostato o un megavatio/hora, o qué sucede si pones en marcha el secador según el tipo de central que te abastece de electricidad. 


O la relación entre la invasión de Ucrania y cómo está utilizando Rusia el gas, de cara al invierno, para desestabilizar a Europa. Aunque en nuestro país a muchos ni les importa, porque ni tienen gas ni lo esperan tener. O la formación del efecto invernadero y las consecuencias que tiene para el llamado Cambio Climático Antropogénico (si hay tal certeza). Todo esto y más, por tierra, mar y aire. La contaminación no respeta escenario alguno.

Y todo basado en los escritos que desde los años 70 han dejado en todas las bibliotecas mundiales los principales científicos, especialistas en unos temas utilizados cada día más para “acongojar” a un personal que cuanto más ignore sobre estas cosas mejor para unos pocos que tienen mucho más fácil “venderles la moto” (léase, por ejemplo, que el precio de la luz suba más arriba de las nubes y no puedan o no sepan protestar). Algo similar a cuando nos decían que era mejor comprarte un coche de gasoil que de gasolina. Lo mismo que ahora con las cocinas de vitrocerámica.

Así, que pronto empezaré a dar la lata con este asunto, tan de moda, que probablemente durará una buena temporada, ya que hay tema para rato. 

Hasta la vista


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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.