martes, 2 de octubre de 2018

La sobrecualificación laboral en España

Más de la mitad de los titulados superiores españoles tienen que aceptar puestos que no exigen titulación universitaria. La alternativa debería ser la Formación Profesional, pero el sistema sigue enrocado académicamente en preparar a los alumnos para la universidad.

Los economistas César Molinas y Pilar García Perea, en su libro, de 2016, “Poner fin al desempleo. ¿Queremos? ¿Podemos?”, consideran que "la obsesión por la igualdad" ha sido uno de los males endémicos del sistema educativo español, el cual se ha convertido en una auténtica máquina de generar parados, y que en términos generales ha dado lugar a una enseñanza mala o mediocre.

La reforma en profundidad de la educación y del mercado de trabajo son las condiciones necesarias para acabar con la "aberrante" tasa de desempleo juvenil y la precariedad laboral en España, que no obedece estrictamente a causas económicas, sino sobre todo estructurales, según defienden ambos economistas.
En septiembre de 2016 había en España unos 12 millones de titulados superiores y solo 6 millones de puestos para esas cualificaciones. Dos años después los titulados ya pasan de esa docena de millones, pero el número de empleos que requieren titulación está estancado.
El 14 de agosto de 2017, Javier Jorrín, decía en El Confidencial algunas cosas con las que en su mayor parte no puedo estar más de acuerdo: 

“La generación más preparada de España es también la 'generación perdida'. Nadie se ha escapado de escuchar estos dos tópicos durante los 10 años que van de crisis, pero en pocas ocasiones han estado apoyados con datos. ¿Cuál es la verdadera situación de España? ¿Está peor que otros países en 'talento desperdiciado'? Eurostat ha realizado un estudio sobre la evolución de la sobrecualificación por sectores y los resultados son contundentes: España ocupa los peores puestos en casi todos los listados, habitualmente el peor.

Los trabajadores españoles tienen un nivel formativo elevado en comparación con la media europea, pero lo más preocupante es que no encuentran un empleo adecuado a su cualificación y terminan ocupando puestos para los que no hubiesen necesitado esa titulación. Es el problema de la sobrecualificación: después de una fuerte inversión en formación (tanto privada como pública), los alumnos no encuentran una salida al mercado laboral que esté a la altura de su preparación.”
Transformar el sistema educativo 

Para que todas las reformas del mercado laboral sean plenamente eficaces, Molinas y García Perea, hablan de la importancia de una transformación del sistema educativo que aumente la empleabilidad de las personas de cara a un futuro en el que tendrán que cambiar de trabajo con frecuencia y en el que habrán desaparecido todos los trabajos que no tengan algún componente de creatividad.

En este sentido, defienden un sistema de excelencia que saque a estudiantes de las universidades, "la mayoría mediocres y malas", para traspasarlos a la formación profesional.

A su juicio, hay "demasiados estudiantes universitarios, muchos de los cuales tienen problemas de comprensión lectora y de cálculo elemental, que nunca encontrarán ocupaciones relacionadas con su formación".

Este es uno de los polos del "disfuncional" sistema educativo español, que en el lado opuesto tiene el fracaso escolar y la infracualificación de unos jóvenes "a los que no se les ha enseñado a hacer nada" y carecen de capacidades profesionales específicas.


La formación profesional 

Ante este panorama, proponen cambiar los métodos de enseñanza "desde preescolar", para fomentar la educación en la creatividad y una formación profesional adaptada a las necesidades de las empresas y que deje de ser "una alternativa al fracaso escolar". 

"La formación profesional no ha sido una opción válida ni para los alumnos ni para las familias", lamentan los autores, que critican un sistema enfocado a preparar a los alumnos académicamente solo para ingresar en la universidad. 

Hasta la próxima

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.