jueves, 11 de marzo de 2021

ACTUALIZACIONES (I)

Como tengo la impresión de que mucha gente está cansada de oír, hablar y leer, desde hace un año ya, sobre la pandemia y sus derivadas económicas, voy a “zapear” para traer aquí, después de actualizarlo, un post cuya versión original tuvo muy buena aceptación entre los seguidores de este blog. Pero lo he actualizado, ya que se trata de un tema que, “por H o por B”, siempre está ahí, así que me gustaría que esta versión fuera leída por el mayor número de personas posible, a las que deseo la mejor de las suertes. 


“Domingo, 2 de septiembre de 2018

ESTUDIAR PARA… ¿TRABAJAR?

Si un joven en pleno bachillerato nos pidiera opinión sobre qué estudios universitarios elegir para tratar de acceder a un buen empleo, unos tratarían de convencerlo de que “Los mundos de Yupi” ya hace tiempo que no existen, pero otros trataríamos de conocer si sus aptitudes están en consonancia con sus posibles aspiraciones: 

- ¿Ciencias o Humanidades?

- ¿Empresario, empleado por cuenta ajena o autónomo?

- ¿Trabajo privado, funcionario o voluntario en ONG?


Y en función de las respuestas a estas cuestiones, habría que aclararle algunas de las ventajas e inconvenientes de los estudios necesarios para tratar de acercarlo a sus pretensiones económicas y/o sociales.

Por ejemplo, recomendarle la lectura de un artículo publicado por el periodista Esteban Hernández, el pasado 27 de agosto, en el blog de El Confidencial, titulado: “Las 15 grandes empresas que ya no exigen un título para contratar (y los motivos)”

En síntesis, el artículo comienza con un párrafo que ya parece toda una declaración de intenciones:

“Afirmar, que se avecinan cambios en el mundo laboral se ha convertido en una obviedad. Los robots, la automatización y la pérdida de empleos sustituidos por las máquinas forman parte de un futuro que se percibe como inevitable. Pero a menudo, y es el caso del trabajo, fijarnos en el largo plazo impide darnos cuenta de los cambios que están produciéndose en el presente.

La cadena CNB afirma que15 grandes compañías, entre las que se encuentran Google, Apple, IBM, Bank of America o EY, no están exigiendo título universitario a los aspirantes a los procesos de contratación. Hace cinco años, el entonces vicepresidente de Recursos Humanos de Google, Laszlo Bock, había avisado al respecto cuando aseguró que "el expediente académico no sirve para nada", ya que existía una gran desconexión entre lo que se enseñaba en la universidad y el trabajo que se realizaba en la compañía. “Después de dos o tres años”, asegura Bock, “tu habilidad para desempeñar tareas en Google no tiene ninguna relación con lo bueno que eras en la escuela, porque las habilidades que se piden en la universidad son muy diferentes”. 



Y después de una extensa y argumentada exposición, que la omito para no cansar, el artículo termina con este párrafo: 

“De modo que antes de empezar a señalar que las universidades no valen para nada, que las titulaciones son inútiles y que deben desaparecer, habría que pensar qué va a ser lo que las sustituya. Que el modelo actual presente deficiencias, a veces graves, no implica que lo nuevo vaya a ser mejor. Habrá, por tanto, que pensar cómo solucionar los problemas actuales en lugar de echarnos en brazos de unas exigencias innovadoras que a menudo aprovechan solo a una parte”.

Así es que, dado que el artículo resulta interesante porque en un rato reunió más de cuarenta comentarios, he elegido entre todos uno de ellos con el cual me siento bastante identificado: 

“Me parece que la Universidad tiene dos funciones distintas: de un lado, preparar a sus alumnos para el mercado laboral y de otro, la investigación pura o aplicada. Respecto a la primera, que es el motivo del artículo, uno de los inconvenientes que veo es que, generalmente, el profesorado tiene escasa o nula experiencia en el mundo laboral. Sobre todo, porque provienen de ‘una torre de marfil’ y, salvo excepciones, jamás han pisado una empresa. Y con este bagaje, por buena fe que tengan, es difícil que puedan preparar al alumnado para incorporarse a un mundo laboral que estos docentes desconocen. Así, se puede oír a los graduados españoles decir que cuando se han incorporado a la empresa, aunque sea de becarios y sin cobrar, es cuando, en realidad, han comenzado su verdadero aprendizaje” (Las negritas son mías) 

Hasta la próxima


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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.