jueves, 15 de febrero de 2018

LA “INEVITABLE” TRANSFORMACIÓN DIGITAL

Hoy reproduce El País una noticia que fue publicada en el último País Semanal, sobre un ingeniero vasco que ha ideado un sistema “para anticiparse a los fallos de los objetos tecnológicos que, asegura, cada vez son más humanos, y que su misión es ‘curarlos’ antes de que generen pérdidas.”

Líbreme Dios de dudar de tan extraordinaria innovación, pero aunque intento alejar de mi cualquier atisbo de rechazo por los modernísimos progresos digitales que sin parar nos invaden, para ser justo, también estoy por la teoría pendular, y en consecuencia quiero traer también aquí, si se quiere solo como contraste, otra noticia que un día antes publicaba en el mismo periódico, en su sección Retina, M. G. Pascual, y que en su entradilla decía:

“Proliferan los consultores y expertos en digitalizar empresas. Algunos de ellos venden humo. Te ayudamos a detectarlos.”

Y es que si se teclea las palabras “transformación” y “digital” en Google aparecen más de 25 millones de resultados entre los que figuran programas de escuelas de negocios, artículos de prensa y entradas de blogs, la mayoría de ellos pertenecientes a consultoras

Este frenesí por digitalizarse ha propiciado la proliferación de expertos y consultores que ayudan a las empresas a sumergirse en el proceso de transformar sus negocios. Y no siempre aciertan con sus consejos.

“Como sucede con todo lo novedoso, alrededor de la transformación digital surgen de manera más o menos espontánea toda una serie de explicaciones fantásticas o de ideas transmitidas sin ningún viso de realidad que a veces llegan a calar muy profundamente”, opina Fernando Botella, de Think&Action, una consultora dedicada (precisamente) a este asunto.


Por otra parte, no hay curso, máster o concurso en universidades o escuelas de negocio, en general promocionados por la banca o por alguna multinacional, cuyo fin es la creación de una nueva empresa, en los que el mayor porcentaje de proyectos elegidos por los protagonistas no sea una empresita basada en una app dirigida a un soporte informático, sea el teléfono móvil, la táblet o el ordenador.

Lo malo es que los autores de dichos proyectos, en su mayoría estudiantes universitarios e incluso licenciados o doctorandos, creen a pies juntillas que existen muchas compañías dispuestas a pagar buenas sumas por anunciarse en las pantallas de los supuestos y deseados clientes que sin duda se conectarán a su aplicación porque no hay otra igual. Incluso aunque no hayan realizado un estudio de mercado en condiciones.

Bien, pero como es sabido “nada es verdad ni mentira, todo es según el color con que se mira”. Y hay tanta gente que si le conviene, utiliza el color rosa como único cristal, que no perciben que en el mundo, incluso empresarial, hay tantas facetas a las que nunca podrá llegar la digitilización, que son incapaces de percibir que el fracaso de su imposible negocio está a la vuelta de la esquina.


Hasta la próxima

1 comentario:

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.