lunes, 12 de marzo de 2018

DEL HUMANISTA AL HUMANOIDE

Lo previsible se automatizará, mientras que se necesitarán más habilidades humanas tendentes a solucionar lo imprevisible.

Durante el siglo XIV la sociedad feudal sufrió una enorme crisis debida a una concatenación de factores negativos que debilitó el poder de los señores feudales porque perdieron muchos tributos de los siervos de la gleba, que dejaban de trabajar el campo al preferir enrolarse como soldados en los ejércitos que luchaban en las interminables guerras que asolaban Europa. 

La consecuencia fue una falta de alimentación y de higiene que se tradujo en grandes hambrunas y epidemias, que culminaron con la peste negra, la cual afectó a gran parte de Europa a partir de 1348, y acabó con la vida de unos 25 millones de sus habitantes, el 50% de la población, aproximadamente.

Pero a principios del siglo XV la agricultura se reconstituyó. Muchas tierras abandonadas se pusieron de nuevo en producción, viendo en ello los comerciantes urbanos una buena oportunidad de negocio; así que comenzaron a invertir en la compra de tierras. Pero el cambio no era fácil: había que modificar la rígida sociedad feudal.

En el país que más se notó el cambió fue Inglaterra, porque muchos propietarios comercializaban lo que ya producían sus propias tierras, así que introdujeron innovaciones técnicas para aumentar la productividad, las cuales provocaron bastante desocupación ya que dichas novedades reducían la mano de obra.

En las ciudades, la mayor parte de la producción artesanal siguió controlada por los gremios que fijaban los precios, la cantidad y la calidad de los productos. Y aunque la lana para la producción de paños provenía de las zonas ganaderas y rurales de Inglaterra y España, las florecientes ciudades italianas mantenían la producción de tejidos de seda de alta calidad, con el consiguiente beneficio.

Se dejó atrás la Edad Media y se produjo un cambio radical, desde la creación de riquezas hasta lo cultural, pasando por la política o el nacimiento de la Imprenta, originándose el comienzo de la Edad Moderna, que se materializó en el Renacimiento (1450–1570). 

Iniciado en Italia, el Renacimiento se basó en el Humanismo. Una filosofía antropocéntrica en la que todo giraba en torno al Hombre, desligado de la histórica perspectiva teológica y enlazando con las nuevas ciencias y volviendo la vista al arte clásico grecolatino.

Bien, pues ya es un hecho la existencia de una imitación humana: un Humanoide con Inteligencia Artificial, creada por el descendiente del Humanista del Renacimiento, aquel que comenzó la andadura que nos ha traído hasta aquí tras cinco siglos de historia y tres revoluciones industriales. La actual de la IA ya es la 4ª.


Este tema se puede enfocar desde distintos puntos de vista, pero todos ellos son problemáticos porque, si hablamos de lo nuestro, la empresa, su fin es intentar conseguir la mayor productividad posible para obtener una rentabilidad que le asegure su continuidad. Otra cosa es tratar de conseguirla “como sea”. Porque en un futuro como el que nos espera, de robotización masiva, ¿qué espacio puede quedar para el trabajador humano? 

La Universidad de Oxford estima que el 47% de las profesiones que hoy conocemos ya están en riesgo de desaparecer, y las que permanezcan tendrán que cambiar radicalmente. En línea con este cálculo, la revolución laboral ya está en marcha: Camioneros, mecánicos de coches, carpinteros, soldadores, maquinistas y empleados de contabilidad disminuyeron en la última década.

Por otro lado, el Foro Económico Mundial de Davos, en su informe "El futuro de los trabajos: Empleo, habilidades y estrategia de la fuerza de trabajo para la cuarta revolución industrial" afirma que "las profesiones y competencias más demandadas en la actualidad no existían hace diez o incluso cinco años, y el 65% de los niños que estudian Primaria trabajarán en empleos que aún ni existen". 

Pero los empleos del futuro aún son impensables, lo que supone un reto para la educación, pues, según el Banco Mundial, un joven que se matricule en ingeniería, “la mitad de lo que aprenda en su primer año estará ya obsoleto al final del tercer año de carrera”. Por tanto, ¿qué futuro laboral les espera a los actuales alumnos de bachiller?

Por eso, al llegar a este punto estamos obligados a preguntar a las autoridades competentes si se están utilizando las necesarias habilidades para que los programas estudiantiles prevean desde edades tempranas algunas soluciones a los problemas que serán más imprevisibles aún si hoy no se toman medidas. 

Hasta la próxima

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.