lunes, 11 de noviembre de 2013

EMPRENDER POR OBLIGACIÓN

(Del 2º Curso de La Carrera Profesional de Emprendedor) 

Cuando aquel funesto lunes Juan fue despedido de la empresa cerámica de Villarreal en la que había trabajado durante los últimos cinco años, lo primero que pensó fue lo que tantas veces le decía su padre: “No hay mal que por bien no venga”. Por eso creyó que no debía precipitarse ni volverse loco buscando otro empleo a la desesperada y de lo que fuera, porque a sus treinta años tenía toda la vida por delante. 

Y enseguida llegó a la conclusión de que podría resistir algún tiempo antes de tomar cualquier decisión a la ligera. Juan había estudiado Ingeniería Técnica Industrial en la Universidad Politécnica de Valencia, que estaba a tres paradas de autobús desde su casa (de sus padres) por la Avenida Blasco Ibáñez. Quizás esta facilidad de transporte público para ir todos los días al Politécnico, y más tarde en tren a trabajar, fue uno de los motivos por los que nunca tuvo esa acuciante necesidad de endeudarse en la compra de un coche, de lo que ahora se alegraba enormemente ya que el combustible estaba por las nubes y seguía subiendo sin explicación alguna. 

Cuando con 23 años acabó la carrera hizo una Máster en Innovación y Diseño en el mismo Politécnico valenciano de seis meses de duración, mientras perfeccionaba su inglés, rematándolo ese verano que se fue a trabajar tres meses de camarero a Dublín, y en otoño entró con poco más de veinticuatro años en la empresa cerámica con un sueldo bastante decente porque todavía era una buena época, así que en el tiempo que estuvo en ella pudo ahorrar unos 40.000 euros. 

Por eso decidió meditar con detenimiento sobre su situación personal en el contexto laboral de la Comunidad Valenciana en particular y de España en general, para no equivocarse demasiado al elegir el camino que más le pudiera convenir. Al fin y al cabo se trataba, ni más ni menos, que de su propio futuro. Sin embargo, todas estas teorías son más o menos fáciles de interiorizar, pero difíciles de poner en práctica. 

Así que no pasó demasiado tiempo sin que sintiera esa desazón propia de la persona habituada a trabajar y que se encuentra en el paro como gallo en corral ajeno. Por fin se convenció de que estaba en una encrucijada en la que hay que optar entre lo malo y lo peor. Es decir, entre no encontrar trabajo en tu oficio (porque escasea en casi todos) y tener que emprender una carrera empresarial por obligación para poder acceder a un puesto de trabajo, aunque no sea precisamente “la ilusión de tu vida”. 


Como decíamos en el post anterior

“Pero como nunca se había planteado tal opción decidió estudiar con detenimiento los distintos sistemas de asesoramiento y formación para emprendedores, fueran cursos o másteres universitarios. Estábamos en 2010, y lo que por entonces imperaba era el estudio del tradicional Plan de Empresa (Business Plan) para Emprendedores. Cursos de entre 200 y 1.000 horas y a un precio en proporción con su duración, salvo raras excepciones de “cursillos acelerados” (algunos gratis). El Proyecto de Final de Curso era la redacción y encuadernación de un Plan de Negocio para una empresa ficticia.” 

Y cuando más dudas tenía sobre si enfocar su futuro como empresario, como devoraba todo cuanto caía en sus manos sobre el tema, quiso la casualidad que tropezara con un comentario en el Blog de Emprendedores de elEconomista digital, el 24-5-2012, firmado por Frederic, en respuesta al artículo “El Gobierno aprobará la esperada Ley de Emprendedores a comienzos del verano”, que por las similitudes con su caso sirvió para abrirle los ojos y aclararle algunas dudas que tenía. 


(Lo dejo así, tal como llegó a elEconomista, incluidos los errores ortográficos) 

24-05-2012 / 09:09 
Frederic 
Puntuación 22  

“Es verdaderamente una pena que hayamos llegado hasta éste punto. Tengo 26 años, he montado un negocio que me da para ir tirando. Empecé con 500 E. trabajando 12 horas al dia y por suerte me ha salido bien y no debo ni un euro al banco, mi sueldo no es para tirar cohetes y continuo con las 12 horas al día pero se que hoy muchos se cambiarían por mi y eso me hace sentir muy afortunado. Como yo hay otros, porque ahora no se puede hacer de otra manera (uno tendrá 1000 y otro 3000, pero la base és la misma). Salí de la escuela con la pelicula vendida de que habia que estudiar, és lo que nos habian inculcado. Mi madre, que es de 1945 creció viendo como los hijos de las familias que estudiaban prosperaban más que los que no podian ir. Su ilusión era que fuesemos a la universidad y cuando salí en 2009 me encontré mirando fijamente un abismo muy negro y muy profundo, así que tuve que espavilarme por necesidad ya que ninguna empresa tenia sitio para uno más (el mercado se ha copado de gente para la producción que hay). 

Yo soy arquitecto técnico y mis homólogos que habian podido acabar 5 años antes (algunos de ellos creen que un momento flector és un ratito flexible) habian ganado mas de 100.000 al año (y como ellos otros profesionales: economistas, albañiles por su cuenta, ...), gracias a que al montar su negocio y dimensionar sus vidas habian podido pedir un cheque en blanco en las entidades bancarias, tengo que decir que la herencia que nos han dejado és una gran bazofia y los que hemos sabido dimensionar nuestras vidas y tenemos en nuestras manos sus pensiones, podemos y debemos hacerles saber de su gran egoísmo.

Ahora bien, a partir de ahora ha cambiado el modelo productivo, y los jóvenes debemos adaptarnos y tirar endeudándonos el mínimo por que lo que han hecho las personas que han pedido hipotecas y préstamos impagables ya han involucrado ya a nuestros nietos y nosotros no podemos ser tan irresponsables como ellos. Los que han vivido así tienen bastante con el pufo que les ha quedado (no me gustaría estar en su piel porque el castigo és excesivamente duro más cuando los bancos lo han permitido), y lo peor para ellos és que muchos esperan volver a trabajar y eso llegara pero NUNCA volverá a ser lo que teníamos...NUNCA.

A partir de aquí, emprendedores, si podeis, no os endeudeis, no os desespereis, todo saldrá bien, pero debemos adaptarnos a vivir así, ésto és lo que nos han dejado y es peor para ellos que para nosotros que no tenemos hipoteca ni deudas (aunque repito, su castigo és extremadamente sobredimensionado cuando los bancos han permitido su situación). 

S2”

Hasta la semana que viene.


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.