lunes, 17 de marzo de 2014

A MENOS INDUSTRIA MÁS PARO

Se podrá decir lo que se quiera, pero por mucho que se intente “inflar” el sector Servicios, si no es como complemento de una Industria medianamente próspera, será difícil que los empleos que se creen no sean más que algo como de quita y pon. “Pan para hoy y hambre para mañana”. 

Algo similar vino a decirnos José García Domínguez, el pasado día 4 de este mes, en su web Libre Mercado, en un contundente artículo cuyo último párrafo resume lo que mucha gente piensa pero pocos se atreven a decir, y los medios de comunicación habituales, salvo raras excepciones, y no digamos los políticos, tratan de disfrazar intentando vendernos motos sin ruedas. Decía: 

“El resultado era previsible: el aparato productivo nacional genera empleos de muy escasa calificación técnica, de baja productividad y, en inexorable consecuencia, retribuidos con sueldos acordes a tales premisas de partida; empleos típicos de país pobre que se aprestan a demandar trabajadores oriundos de países pobres. El mercado reclama ayudantes de cocina, paletas y reponedores de supermercados, mientras los hijos de la clase media estudian ingenierías aeronáuticas y carísimos másteres en gestión que los abocan a una disyuntiva simple: la frustración vital o el exilio. Un horizonte ya crónico que, por cierto, no van a cambiar las guerritas entre PP y PSOE, o entre liberales y keynesianos. O volvemos a la industria o acabaremos volviendo al Tercer Mundo.” 


En el mismo orden de cosas, el clarividente y nada sectario periodista catalán Xavier Vidal Folch, en su artículo de El País del pasado jueves, día 13, titulado Todo contra la industria, entre otras cosas, nos advierte de lo siguiente: 

“Solo la industria crea empleo de calidad, estable, correctamente pagado y socialmente cohesionador. Lo han descubierto en la escuela alemana hasta los británicos, que despeñaron sus manufacturas para descubrir la dudosa panacea de unos servicios -sobre todo financieros— donde ha fructificado la Gran Recesión.” 

Y sin tratar de ponernos medallas, en plenos calores del pasado mes de julio, en el Post titulado “Modelos de Negocio de la España, S.A. (2º)”, decíamos aquí mismo que seguimos sin aprender ni siquiera de nuestra propia historia. Y lo concretábamos, entre otras, en las siguientes palabras: 

“Esos Fondos (los europeos) eran tanto para adquirir conocimientos y habilidades industriales como para modernizar las infraestructuras del país. Pero para una mentalidad cortoplacista, como la española, la segunda opción era mucho más atractiva: un aggiornamento de nuestras comunicaciones (autopistas, aeropuertos, AVE, etc.) y aprovechar los próximos eventos del 92 (Expo y Olimpiada) para montar una fastuosa operación de Marketing y demostrarle al mundo que éramos un gran destino turístico, y que podíamos ser el mejor. 

Se eligió la segunda opción porque sus resultados se podrían palpar enseguida. Pero para hacer las cosas bien había que crear un modelo de negocio Inmobiliario ex-novo, que podría convertirse en el negocio del próximo milenio. Estaría compuesto por constructoras (cuanto más importantes mejor), la Banca y Cajas de Ahorros (con sus políticos de todos los colores y los sindicatos). Más las Administraciones públicas, que tendrían la última palabra.” 

Moraleja: sin Industria no hay nada que hacer y, de momento, nada le puede hacer sombra. 

Hasta la semana que viene.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.