lunes, 20 de octubre de 2014

Y TÚ… EMPRENDES O TRABAJAS?

La pasada semana he mantenido un pequeño debate en Linked-in con un colega que por lo visto arrastra una gran frustración porque en su día no pudo realizar un emprendimiento, seguramente debido a la falta de medios económicos para llevarlo a cabo, (“Usted no sabe lo que es tener un sueño y no poder realizarlo”). Lo cual parece que lo ha marcado con fuerza porque es casi imposible hacerle entender que en el Emprendimiento el dinero es muy importante, pero no es el mayor obstáculo de los muchos que hay que salvar para llegar a convertirse en empresario

En cambio, él opina “que hoy día no hay nadie que ofrezca algo más que conocimientos (o palabras), no digo que no sea con buenas intenciones, pero se necesita algo más tangible. Recursos señor...recursos. Si todo se reduce a eso, ¡Money! Porque sin dinero no hay medios y sin medios tus ideas acaban en manos de otro que sí tiene recursos. Es de esta forma como los jóvenes pierden sus ideas y años más tarde las ven realizadas por otra entidad…”. Sin embargo, parece que mi interlocutor ignora que desde hace tiempo existen algunas instituciones que se ocupan de tan importantes funciones.

Bien, aunque comprendo que el discurso económico es el más recurrente en el tema de emprender, a mi me gustaría decirle, de la manera más cordial posible, que lo primero que se necesita para llegar a ser empresario es Motivación, que es la fuerza que moviliza a un sujeto para ejercer la actividad que desee. La motivación es un concepto que se aplica a una amplia serie de impulsos, anhelos, necesidades y fuerzas como la de voluntad o el espíritu de sacrificio. Así que la motivación para emprender consiste en poner en marcha un proyecto empresarial asumiendo los riesgos de todo tipo que conlleva, y cuya recompensa, en caso de éxito, es el beneficio económico conocido como Remuneración.

Por tanto, si se trata de crear una empresa con forma de sociedad mercantil escalable, sostenible y rentable y no un chiringuito de más de lo mismo, el proyecto lleva implícito correr un riesgo económico, ya que lo de las ayudas y subvenciones están muy bien pero hoy son muy lentas, si las concedieran. Además, sería plausible conocer la sensación que produce una pérdida cuando se trata del patrimonio propio, de uno mismo, para luego centuplicar los esfuerzos e intentar que no vuelva a suceder. 

También es lógico intentar conseguir créditos blandos, pero un conocido mío, Presidente de una Caja de Ahorros Provincial, dice: “Cuando alguien viene a pedirme un crédito para montar una nueva empresa le pregunto ¿cuánto vas a poner tú? Y algunos me dicen que poco o nada. Entonces le digo que cuando me ingrese la mitad de la cifra que me solicita le concederé el préstamo, porque así estaré seguro de que pone verdadero empeño en salvar su dinero…, y de paso podrá devolverle a mi banco lo prestado”. Pero aunque el emprendedor deba espabilarse para conseguir parte de las inversiones iniciales, también existen mecanismos alternativos

Por otra parte, se me podrá decir que, en los tiempos que corren, qué menos que el Gobierno le eche una mano a los nuevos emprendedores, porque lo suyo es la creación de empresas, que mientras no se demuestre lo contrario son las que proporcionan empleo, y ahí, España no está para bromas. Sin embargo, existe una figura llamada “agravio comparativo” que significa que si se ayuda a un emprendedor a crear una empresa nueva por qué no ayudar también a una pyme en marcha? Y a las que están a punto de bajar la persiana por falta de financiación (son un montón) porque hay muy pocos créditos, con más motivo todavía, no? 

Hasta la semana que viene

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Mi foto
Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.