lunes, 12 de enero de 2015

LA DESIGUALDAD VIAJA EN AVE

La semana pasada ha visitado España (Madrid, concretamente) el economista francés Thomas Piketty (París, 1970) para promocionar la edición en español de su libro, un gran éxito de ventas en otros idiomas: El capitalismo en el siglo XXI. El escritor acaba de rechazar la Legión de Honor, la mayor condecoración de su país. “No creo que le corresponda a un Gobierno decidir lo que es honorable", ha dicho el personaje para justificar su decisión. 

El también académico, que fue asesor de campaña de la candidata socialista Ségolène Royal en las elecciones a la Presidencia de Francia de 2007, ahora es muy crítico con la política de austeridad y se ha distanciado del Ejecutivo socialista francés. En su visita, su primer debate fue con el secretario general del PSOE, Pedro Sánchez, pero luego se reunió con los responsables de Podemos para evitar que el anterior fuera interpretado como una adhesión a los postulados de los socialistas españoles. “Me gusta escuchar todas las propuestas. Me hubiera gustado también reunirme con alguien del Gobierno pero no han mostrado ningún interés”. 

Piketty atribuye el éxito de su obra a la necesidad de saber de los ciudadanos, pero hay algo más porque tiene demasiado nivel para el lector corriente. Lo que pasa es que su libro se ha convertido en un símbolo de la angustia y la rabia de un mundo que aún lucha por dejar atrás la peor crisis económica desde la Gran Depresión, y en el que el aumento de la desigualdad ha pasado a ocupar un lugar prioritario en algunas agendas políticas. Porque la desigualdad hace que los ciudadanos pierdan su fe en un sistema por el que se sienten injustamente tratados. 

Evidentemente no ha venido a decir tales cosas a un país cualquiera sino a uno vecino y socio del suyo cuya economía comenzó a destruir empleo en 2007 y no ha vuelto a generar puestos de trabajo, unos 500.000, hasta 2014 (ayer mismo). Así que nos costará, al menos, cinco años más superar los 20 millones de ocupados que había antes de la crisis. Pero, a su vez, se ha instalado entre nosotros una desigualdad de tal calibre que por mucho que se empeñe el Gobierno en tratar de paliarla con empleo precario y a tiempo parcial, y de que Caritas (bendita sea), le eche una mano, jamás será posible sin un verdadero esfuerzo económico estatal. 

Pero es que, mientras tanto, acabamos de entrar en un año electoral, triplemente electoral. Con el agravante de que al partido que gobierna le ha salido un grano donde la espalda pierde su casto nombre, llamado Podemos, que arrasa en las encuestas, por lo que para conseguir en las urnas unos resultados decentes, aunque sea una mayoría simple, hará lo que haga falta. Lo que sea, para no perder el poder. 


Así es que como tienen las llaves del cofre del tesoro en sus manos, tratarán de hacerlo por tierra, mar o aire. Y de momento ya han empezado por tierra, se llama AVE: el tren de los empresarios y la burguesía. No precisamente el de los ciudadanos medios. Vamos, el de los que no están inmersos en esas desigualdades y raras veces votan a partidos no conservadores. 

“Ustedes son ricos, nosotros no nos podemos permitir estos lujos”, le dijo el Secretario de Estado de Transportes estadounidense, Ray Lahood, en 2009 al entonces ministro de Fomento, José Blanco, mientras viajaban en un AVE, durante la visita que realizó a España para conocer el funcionamiento de la alta velocidad. Cuánta razón tenía el americano, porque es que no aprendemos. 

España, con 3.120 kilómetros, tiene la mayor longitud de líneas de alta velocidad de Europa, sólo superada en el mundo por China. Además, todavía existen más de 1.300 kilómetros en construcción. ¿Qué necesidad tenemos de más AVEs? Pues nada, ahora el Gobierno nos mete en otro lío para que su partido arañe unos miles de votos, cuando ya no hay fondos europeos FEDER para nosotros y tanta falta hace el dinero en otros asuntos muchísimo más urgentes. 

O sea, que lo normal será que pase como con todas las obras públicas, que se quedan cortas en sus presupuestos, y a estas les suceda lo mismo, lo cual será motivo de un aumento de la deuda pública. Como si ya no tuviéramos suficiente. ¿Cuándo aprenderán los gobiernos de cualquier color en España a gobernar para todos los ciudadanos y no solo para los de su misma ideología? 

Ay!, la desigualdad. 


Hasta la semana que viene.

1 comentario:

  1. Siempre opiné que el AVE no debiera ser la preferencia de RENFE, porque el tren no debiera competir con el avión, sino con el transporte de pasajeros por carretera. El ciudadano medio usa más el autobús de largo recorrido porque RENFE descuida la red de trenes de largo recorrido, con el mantenimiento de una red antigua y en ocasiones obsoleta, con servicios insuficientes y precios no competitivos. Echo de menos la visión de RENFE de los años 60 y 70 que se promocionaba como el transporte ideal del ciudadano medio, pero por desgracia ese ideal ha desaparecido por la dejadez de los sucesivos gobiernos en mejorarla y modernizarla, y, por desgracia, esa modernización no se llama AVE.

    ResponderEliminar

Mi foto
Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.