lunes, 16 de marzo de 2015

EL EMPLEO EN ESPAÑA

Este post ocupa el núm. 100 en el orden e aparición desde que comencé mi andadura juntando letras en este blog en la Red. Cada lunes, durante cien semanas, he dejado aquí un escrito de entre setecientas y mil palabras, tratando de centrarme en temas empresariales. Y aunque todo es relativo, no me puedo quejar de la aceptación que han tenido en esta y en la otra orilla del Charco. Así es que aprovecho para dar las gracias y saludar a los lectores que me siguen.

En mayo de 2013, con un derroche de buenos deseos, comencé a publicar la serie de artículos que ahora han llegado al centenar. El primero de ellos titulado “El fracaso de tantas empresas nuevas”, en el que trataba de dejar entrever cuál sería la hoja de ruta de esta travesía.

Desde entonces, con mayor o menor fortuna, he tratado de comentar la mayor cantidad posibles de temas sobre la empresa, desde el Emprendimiento y el desarrollo hasta su funcionamiento interno y externo, pasando por los modelos de negocio. Pero sin duda alguna, mi obsesión es el desempleo, al que considero la lacra socio-económica más sangrante de las últimas décadas en España, sobre todo, por la indignidad que supone para el que lo sufre, muy por encima de cuestiones macroeconómicas. Y por poca solidaridad que se tenga hay que tener muy poco corazón para no estremecerse ante este asunto.

La desindustrialización

Yo creo que el enorme paro soportado aquí es consecuencia de la Reconversión Industrial comenzada a mitad de los 80’ y continuada sin pausa, que hundió casi en el ostracismo a sectores vitales para la economía de algunas zonas. Pero también tengo la impresión de que España bajó los brazos demasiado pronto ante la competencia originada por la Globalización, y más tarde ante la amenaza de la industria asiática que, aunque real, produjo un excesivo temor en algunos responsables industriales.

Esto obligó al país a depender en exceso del sector servicios, especialmente del Turismo. Pero ningún gobierno, del color que fuera, le hizo nunca ascos a esa dependencia, sin percatarse del peligro que pueda conllevar que algunos países competidores de nuestro entorno vuelvan a gozar de estabilidad política.

“Honda es Honda, las demás son chinas”.

Las consecuencias de todo lo anterior son que la absorción del paro por la vía de las empresas industriales en España se torna complicada o imposible, así que las cifras son las que son, por más que se intenten maquillar. Con el agravante de que como en la actualidad el factor más importante para el mantenimiento del PIB es el consumo privado, los parados oyen esta muletilla como si fueran extraterrestres, porque ellos están excluidos de dicho circuito por falta de recursos para incorporarse al mismo. 

Y respecto a la escasez de nuevas industrias, tampoco descubrimos nada al decir que hoy la mayoría de las nuevas empresas son virtuales y aprovechan las grandes ventajas que proporciona la red. Son start-ups incluso ubicadas en los domicilios particulares de sus emprendedores por lo que lo menos necesario es el dinero para financiar las inversiones iniciales para su puesta en marcha. Pero es evidente que proporcionan muy poco empleo. 

Y como el objetivo de casi todas ellas es comercializar productos u objetos, en la mayoría de los casos, a las correspondientes industrias españolas se las deja de lado porque dichas mercancías se importan de los países asiáticos por cuestión de precios. Y no queda ni un resquicio por el que se pueda colar su transporte o entrega por compañías españolas; o sea: trabajo. Y para muestra un botón


El Emprendimiento Empresarial. Una visión casi actualizada. 

Y ahora hago mías las palabras del economista Eduardo Garzón al hablar del Emprendimiento en Andalucía respecto a la creación de empleo, haciéndolas extensivas, por comparación, a toda España: 

“Es frecuente encontrarse a economistas –y no economistas– que apuntan a una baja cantidad de emprendedores andaluces. En Andalucía (o en España) argumentan algunos, hay poco espíritu emprendedor y ello hace que no se creen nuevas empresas ni nuevas oportunidades de trabajo, porque entre otras cosas casi todo el mundo quiere encontrar un empleo seguro en la administración pública. Esto es lo contrario de lo que ocurre en zonas donde hay menor desempleo, como el País Vasco, Francia o Alemania. Una forma de mitigar el desempleo sería, por lo tanto, fomentar la figura del emprendedor para permitir la creación de nuevos negocios que posibilitaran a su vez la contratación de nuevos trabajadores. 

Sin embargo, es bastante fácil impugnar estos planteamientos. Por un lado, resulta que en España, según los datos del Global Enterpreneurship Monitor (GEM) la tasa de emprendimiento (el porcentaje de personas que inician un negocio con respecto al total de la población en edad de trabajar) es superior a la de países como Alemania o Francia. Esto contradice totalmente la idea de que cuantos más emprendedores tengamos en nuestra región (o en España) menor tasa de paro sufriremos, puesto que esos dos países presentan una tasa de paro muy inferior a la de España (5,4% en el caso de Alemania, y 11,0% en el de Francia).” 

Es decir, según este economista, con cuyos razonamientos y lógica es muy difícil no coincidir, parece que el Emprendimiento tampoco es la panacea que puede paliar el desempleo. Y esto sin querer entrar en otros tipos de estudios que corroboran que el Emprendimiento inicial en España es supeior al de los países citados. 

Pero el éxito de las empresas noveles se mide por la continuidad o no después de 42 meses desde su nacimiento (3 años y medio). Y desgraciadamente la tasa de abandonos en España es muy elevada. O sea, que esa tampoco parece, ni mucho menos, una vía de escape para ir absorbiendo el desempleo. 

Hasta la semana que viene

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.