lunes, 23 de marzo de 2015

UNA HUIDA HACIA ADELANTE

Parecía que la deuda privada se había moderado debido al pinchazo inmobiliario, pero las aguas vuelven a su cauce, ya que la también llamada deuda de los hogares incluye dos componentes, uno destinado a vivienda y el otro a bienes o servicios. 

Durante los años de gobierno de Aznar y primera legislatura de Zapatero, los hogares se endeudan cada vez en mayor grado, apoyados por una publicidad agresiva que el personal se la tragaba sin pestañear. El incremento anual de esta deuda, durante ese periodo, varía entre el 15 y el 20%. El mayor incremento se produjo en el 2005, en el que la deuda creció un 21 % respecto al 2004. 

El máximo de la deuda se alcanzó en noviembre de 2008, con un valor de 916.096 millones de euros, de los que 678.952 correspondían a préstamos para vivienda. 

Desde entonces la deuda de los hogares disminuye, siendo de 782.982 millones de euros en noviembre de 2014 (anteayer). De esta cantidad 587.784 corresponden a préstamos por vivienda y 169.397 al resto. Pero parece que el ciudadano español está llamado a ser el paradigma del consumidor y no se le va a dejar por nada del mundo que dearrolle la virtud del ahorro, si no véase esta noticia de estos días: Las compras con tarjetas pulverizan records en España

“Visa, American Express o Mastercard, las tarjetas vuelven a echar humo. Las compras pagadas con dinero de plástico volvieron a crecer el año pasado, tras un 2012 de retroceso, y alcanzaron un importe global de 98.534 millones de euros, lo que supone un leve incremento, del 1,18% respecto al ejercicio anterior, pero sirvió para batir el récord en montante económico. Los datos, publicados por el Banco de España, reflejan un punto de inflexión en verano: los gastos bajaron en los dos primeros trimestres, un 3,12% y un 0,37%, respectivamente, para volver a la zona positiva en el tercero (1,65%) y dar un acelerón considerable en el cuarto (6,26%), influido por el efecto IVA en 2012, que fue muy malo para las ventas.” 


Bueno, es posible que una mejoría en las cifras macroeconómicas puedan servir para que las economías privadas se lancen de nuevo al ruedo como si aquí no hubiera ocurrido nada durante los últimos siete años?


“Ha vuelto a ocurrir: el gasto con tarjetas de crédito o débito de los españoles bajó en el segundo trimestre del año, un descenso que no se daba desde 2009, la primera recesión desde esta crisis interminable para España. Nunca hasta entonces, el gran punto oscuro de este declive, el importe de las operaciones realizadas con dinero de plástico había descendido. El número de transacciones en el segundo trimestre del año —558 millones, un 0,31% más que en el mismo periodo del año pasado— se mantuvo estable hasta junio, pero el volumen económico se contrajo un 1,32%, hasta los 24.116 millones de euros. Es una tendencia, según fuentes financieras, que se ha mantenido en los meses posteriores. El dato muestra un retorno a lo más duro de la crisis.” 

¿Tan voluble o impresionable se muestra todavía el ciudadano español a estas alturas de la película ante la propaganda política o la publicidad, o hay otras causas más sencillas para que el cambio siempre sea para gastarse lo que no se tiene? 

O no es eso lo que se hace cuando se tira de tarjeta de manera tan desaforada? Aquí habría que recordar que los intereses por aplazamiento de tarjeta son del 23 ó 24 por ciento TAE, y que usted puede negociar con su banco del pago por tarjeta al 50% mensual; al 25%, o incluso a pagar 100 euros mensuales hasta la finalización de la deuda. Si se trabaja con tres bancos y una tarjeta por banco la cosa adquiere caracteres más serios. 

A ver si éste va a ser el secreto de esas “recuperaciones del consumo” tan cacareadas, por otra parte, por nuestras autoridades económicas y que está poniendo a los bancos otra vez “en casa”. Bueno, si así fuera no cabe duda que para el conjunto de la sociedad eso sería pan para hoy y hambre para mañana, pero sobre todo una demostración palpable de que los bancos están tan bien arropados que no les tienen ningún temor a nada. 

Pero para los ciudadanos pricados, lo dicho: una huida hacia adelante.

Hasta la semana que viene.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.