lunes, 2 de diciembre de 2013

NOS QUEDA LA PALABRA

Frente a una máquina de café en un parque tecnológico-empresarial de la Comunidad Valenciana, a las 11 de la mañana del pasado viernes y rodeados de mesitas con chavales conversando, mi amigo Guillermo y yo esperábamos un par de capuchinos mientras de reojo observamos las imágenes que emite un televisor que siempre está apagado pero hoy funciona porque es un día especial: la Televisión Valenciana Canal Nou está retransmitiendo en directo su penoso y chapucero cierre. Tan solo está a una hora y 19 minutos de su último y definitivo fundido en negro, 

-Vaya tela, ¿no? Casi 1.700 parados más, oímos decir detrás de nosotros. 

-Hola. Es verdad. Le dice Guillermo al joven barbudo que también quiere un café. 

-Lo que pasa es que, pese a las milongas que nos quieren vender, aquí, a mucha gente solo les queda el derecho al pataleo. Nos dice seguro de sí mismo. 

-Llevas razón. ¿Nos sentamos?, le digo. 

- Vale. Y yo hablo así aunque sea uno de los empresarios de este parque. 

- Empresario? A qué te dedicas? 

- Nuestra empresa, somos tres socios menores de 30 años, es una tecnológica con 28 empleados, contando las delegaciones de Méjico, Chile y Argentina. Y nos dedicamos a un tema bastante complejo relacionado con el cobro por tarjetas de crédito en Internet. Pero, aunque somos jóvenes lo tenemos muy claro: si abusas del personal al final lo pagas. Lo paga tu empresa, tu sector y hasta el bar de tu esquina que venderá menos cervezas. 

-Y qué tal os va? 

- Pues no nos podemos quejar, a pesar de que nos queda un retorno de poco más del 0,2%, después de restarle el IVA, del que no puedes escaquearte ni un céntimo porque el banco tiene que mandar a Hacienda todas las operaciones, de las que él se queda también con una comisión. Pero, bueno, nos defendemos. Mucho peor les va a ese montón de chavales de nuestra edad que se han pasado veinte años estudiando y como les falta empuje para montar algo por su cuenta los que emigraron a Alemania y ya han vuelto, ahora, con este frío, se van de camareros al Sur de Gran Canaria o Tenerife, y en verano ejercerán en Ibiza o Mallorca, porque en invierno hace un tiempo de perros.


-Bueno, está claro que cada uno cuenta la feria según le va. Y aunque lamento profundamente que a más de la mitad de los jóvenes los estén machacando, ¿qué se puede decir de esos parados coetáneos nuestros, esa gente madurita, esos mayores de 45 años, que se han multiplicado por cuatro desde que empezó la crisis, y sin esperanza alguna de volver a encontrar un trabajo por cuenta ajena? 

- Pues, como te digo una cosa te digo la otra, que canta vuestro admirado Sabina. Que no tendrán más remedio que reciclarse, porque vosotros sabéis mejor que yo que en los últimos años las cosas han cambiado que es una barbaridad y bastantes oficios y profesiones están desapareciendo. Como en su día desaparecieron los cocheros, los sombrereros, los contables de papel de calco o los serenos. Es ley de vida y no hay más remedio que aceptarlo: hay que estar al día, tanto si esperan la lotería de un trabajo por cuenta ajena como si aspiran al autoempleo o asociarse para montar una empresa. Por cierto, seguramente os sorprenderá saber que, según Javier Rovira, profesor de Marketing Estratégico del ESIC, hoy en España, el 56% de las personas de 50 a 65 años están en los pasos preliminares para emprender. Noticia, ¿verdad?, ante el montón de barbaridades que se oyen sobre el Emprendimiento. 

- Estoy de acuerdo contigo. Los cambios son imparables y hay que apostar por ellos. Porque un sistema basado exclusivamente en el feedback Producción-Consumo cuando ambos factores dependen por completo de un Imperio Bancario endiosado, egoísta y rácano que aunque tenga al poder político cogido por donde más les duele, tarde o temprano le llegará su hora, como a todos los Imperios que en la historia han sido: Egipcio, Persa, Inca, Romano, Español, Napoleónico, III Reich, Británico, Soviético o USA. Una muestra que solo confirma que muchas torres más altas que los bancos también cayeron. Así es que deberían leer un poco de Historia para tratar de no repetirla, aunque ya parece algo tarde porque la ambición les ha cegado. 

- Bueno, tíos, parece que hay pocas discrepancias¸ y como tenemos la suerte de tener trabajo vamos a trabajar un poco, ¿no? Pues, vale, cada mochuelo a su olivo. Encantado y nos vemos. 

- Un placer. Buena suerte y que te vaya bonito. See you… 

Cuando se marchó, le dije a Guillermo: 

-La conversación con este chico me ha terminado de convencer, por si no lo tenía bastante claro, que además del “derecho al pataleo”, como dice él, también “nos queda la palabra”. 

Hasta la semana que viene.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.