lunes, 27 de enero de 2014

APRENDER DE LA HISTORIA

Por fin el pasado jueves, día 23, el INE (Instituto Nacional de Estadística, para que no lo confundan con el INEM los que leen esto en el extranjero. Por cierto, muchas gracias a todos) publicó las cifras de la EPA del último trimestre y del conjunto de 2013, que desgraciadamente confirmó por sexto año consecutivo que España acabó destruyendo empleo. En síntesis los números son los siguientes: 

2013 

· Total desempleados: -69.000 
· Total empleados: -198.900 
· Total Población Activa: -267.900 

4º Trimestre 

· Agricultura: +85.200
· Servicios: -109.100 
· Construcción: -35.200
· Industria: -6.000 
· Trabajadores por cuenta propia: -51.500 

Es decir, según la EPA, la bajada de 198.900 puestos de trabajo se acumula a las caídas anteriores hasta sumar 3,75 millones; en cambio, descendió el paro. En el último trimestre de 2013 había 65.000 personas paradas menos que en el mismo periodo de 2012, quedando en 5.896.300. Así, era lógico que bajara la tasa (el %) de paro. Pues no, subió hasta el 26,03%. ¿Por qué? Porque cae la población activa (el colectivo de personas en edad y disposición de trabajar sobre el que se mide dicho % descendió en 267.900). Mucha gente, cansada de no encontrar empleo, acaba por desistir en su búsqueda o se van fuera de España para probar suerte. En definitiva, dejan de contarse como parados. 

Pero lo peor de todo es que: 

“El paro de larga duración se convertirá, probablemente, en una de las heridas de esta crisis que más tardará en cicatrizar. Conforme ha pasado el tiempo y la caída laboral no revertía, la cifra crecía. Quienes llevan más de un año sin trabajar ya suman más de 3,5 millones de desempleados, el 61% de todos los parados. El problema se agudiza porque de este colectivo más de 2,3 millones están en esa situación más de dos años… 

… Quienes seguro que afrontan el riesgo de exclusión son las 686.600 familias en las que ni uno solo de sus miembros percibe algún tipo de ingreso. Al comienzo de la crisis, a mitad de 2007, este colectivo suponía justo la mitad. El paso del tiempo ha hecho que el problema se duplique. Sobre todo en los últimos años, debido fundamentalmente a la propia estructura del seguro por desempleo, que en un primer momento amortiguó el impacto”. 

Y la solución no es fácil, porque quienes crean empleo son las empresas pero están obsesionadas con la competitividad/productividad y la forma más cómoda es deshacerse de personal, lo cual se les ha puesto objetivamente más fácil con la Reforma Laboral. En cuanto les baja la cartera de pedidos o ven que con nuevas máquinas se puede hacer más o lo mismo con menos gente recortan plantillas y recurren al empleo a tiempo parcial. (Esperemos que la actual caída de las exportaciones no sea la excusa para que aumente el desempleo).


Y es que parece que nuestros dirigentes no aprenden de la Historia. Ni de lo malo ni de lo bueno. Ahora hace cincuenta años (fue a mediados de los sesenta) que aquí se vivía, en algunos aspectos, una situación similar a la actual, aunque entonces se venía de unos tiempos oscuros mucho peores que ahora (años 40 y 50, los posteriores a la Guerra Civil) y aquí no había de nada. Pero debido a la presión de unos tecnócratas del Opus Dei, con D. Laureano López Rodó a la cabeza, consiguieron que Franco aflojara y permitiera una apertura del Régimen al exterior, por la que se iba a dejar atrás el sistema autárquico: “yo me lo guiso, yo me lo como”. Lo malo era que como no había nada que guisar la gente no se podía quitar el hambre ni a bofetadas.

  • Llegaron muchos turistas con sus divisas (como ahora). 
  • La gente emigraba para trabajar fuera (como ahora), pero entonces era mano de obra y hoy son universitarios que han costado un riñón. 
  • Exportaciones de productos agrícolas y otros (como ahora) 
  • Creación de montones de pymes por las facilidades que tenían, así que aumentó la población activa y el que no trabajaba era porque no quería: todo lo contrario que ahora
  • Y España comenzó a funcionar… 

Hasta la semana que viene. 

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.