martes, 24 de febrero de 2015

INDUSTRIA VS SERVICIOS

No hace mucho tiempo venía en El País un artículo sobre el tema en el que tanto insisto aquí: que sin industria y con una economía basada mayoritariamente en los servicios y el Turismo no vamos a ninguna parte:

Aquel artículo del periódico decía:

España lidera la destrucción de empleo industrial en la UE durante la crisis

“La sombra de la mayor debacle económica de la historia reciente sigue siendo alargada para el sector industrial español. La Comisión Europea ha señalado este jueves a España como el país de la UE que más empleo industrial destruyó entre 2007 y 2012, los años de crisis más aguda: hasta 715.000 trabajadores del sector secundario se quedaron sin trabajo en un periodo aciago para el conjunto de la UE. Italia, Francia y Reino Unido, países de mayor tradición industrial que España, perdieron 525.000, 375.000 y 325.000 empleos respectivamente. De entre los 28 Estados miembros solo Alemania incrementó la fuerza laboral del sector industrial en el periodo, con cerca de 50.000 nuevos empleados.

El informe de competitividad industrial que elabora anualmente el Ejecutivo comunitario sitúa a España entre los países que recuperan fuelle —a golpe de ajuste en el empleo— en este terreno, pero exige al Gobierno español más medidas para revitalizar un sector que ha perdido comba en paralelo al declive económico. Entre las recetas de Bruselas destacan dos: la necesaria reactivación del crédito empresarial —especialmente en el caso de las pymes— y el impulso a la innovación.”

Bueno, pues en la Sección Negocios del pasado domingo, el mismo periódico vuelve al ataque:

“El tejido empresarial español corre el riesgo de enfrentarse a la misma brecha que se ha abierto entre los clubes de fútbol, donde solo un privilegiado grupo de equipos, cada vez más reducido, se disputan la Liga (y la Champions) y el resto malvive y pelea por no descender. Las grandes compañías españolas miran de tú a tú a las principales multinacionales del planeta. Sin embargo, estos transatlánticos son apenas una gota en el océano empresarial del país, donde la microempresa es el modelo societario dominante. Dicha asimetría provoca que la dimensión media de los grupos españoles sea bastante inferior a la de otros países con un grado de desarrollo similar. Este hecho no es una cuestión baladí; el tamaño importa. La mayoría de los expertos consultados para este reportaje creen que el tejido empresarial español, debido a su menor calibre, es más vulnerable en momentos de crisis económica, y proponen cambios para revertir la situación.”


A finales del pasado verano, y en relación con este tema decía yo aquí mismo en otro post lo siguiente: 

“Y es que que da la impresión de que los políticos que nos gobiernan no tienen ni pajolera idea de cómo meterle mano al melón, ya que este es el tercer verano que desaprovechan la placidez que proporciona el descanso para replantearse una verdadera alternativa industrial, del tipo que sea, pero que se salga de una vez por todas de la exclusiva dependencia del turismo. 

Porque si nuestra competencia en turismo barato está ahí abajo, en los países del norte de África que ahora están en conflicto, si solucionaran sus diferencias y confluyera con otro posible tropiezo de la economía europea, ¿quién vendría “a sacarnos las castañas del fuego? 

Aquí tenemos un ministro de Industria, que como algunos de sus colegas parece nombrado a perpetuidad. Que puede que sea un experto en “la industria del sol y playa”, en concreto la de Canarias, porque parece que sabe nadar y guardar la ropa, según se desprende de la actitud de las compañías eléctricas que aplauden con las orejas sus decisiones, las cuales, por el permisivo acuerdo de las puertas giratorias, con toda seguridad se verán compensadas en el futuro con un silla muchísimo más valiosa que una tumbona de playa. Pero que conozca una planta industrial más allá del momento de la foto con el casco blanco es plausible dudarlo. 


Hasta la semana que viene

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.