domingo, 26 de febrero de 2017

Los consumidores plantan cara a las marcas

Las denuncias por abusos empresariales colapsan los juzgados frente al creciente poder de las empresas.

María Fernández. 26-2-2017

(Por el interés que puede suscitar reproduzco aquí un extracto de este artículo de El País Negocios del domingo) 


Según un estudio sobre la vulnerabilidad del consumidor de la UE elaborado por la Comisión, los españoles están entre los europeos peor parados. Más de la mitad son incapaces de comparar productos en el sector energético, el 32% se siente indefenso frente a los abusos, el 55% encuentran “serias dificultades” para valorar diferencias entre productos financieros. 

La huella de un analfabeto estampada en un contrato de venta de participaciones preferentes a modo de firma —algo que ocurrió en 2007 en Galicia— quizá sea el ejemplo más desgarrador de una época de prácticas de comercialización vergonzosas que ahora dirimen los juzgados y que, según la CNMV, todavía continúan.

Al otro lado de la barrera están los consumidores representados en asociaciones, organizados en plataformas de afectados, como activos usuarios de redes sociales o agrupados por demandas ante la justicia. Siempre juegan con la peor mano de la partida de póquer contra las empresas. “Pasamos de reglamentar todo en los años ochenta a encontrarnos con verdaderas estafas”, reflexiona Ana Ceballo, de la Asociación General de Consumidores (Asgeco).

“Los grandes tienen sus propios lobbIs, se escapan como se han escapado siempre…, por eso creemos que es mejor prevenir, que cada uno sea responsable con su consumo”. Antes pesaban más las reclamaciones sobre transportes; ahora son los servicios financieros los que están en lo alto del podio de las quejas, seguidos por la telefonía, la publicidad engañosa y las compañías aseguradoras.

Cólera social

Entre 2010 y 2012 estalló la cólera social: las reclamaciones en España no bajaban cada año del millón y medio. Ahora apenas superan el millón, según datos del Consejo de Consumidores y Usuarios (2015), donde están representadas las 10 entidades más importantes del país. Y donde hubo un tiempo en el que también se sentaba el presidente de Ausbanc, Luis Pineda, encarcelado por presuntas extorsiones a entidades financieras mientras agitaba la bandera de la defensa de los usuarios. Porque el propio sistema asociativo tiene grietas, y algunas son profundas. “Nos ha hecho daño, pero no todos somos Ausbanc”, defiende Ileana Izverniceanu, responsable de relaciones institucionales y comunicación de la OCU. 

Futuro difícil 

Para tristeza de los ciudadanos, los expertos avanzan que los abusos de hoy no serán los de mañana. “Lo próximo estará en la inteligencia artificial aplicada a la robótica.

Cuando tu coche conduzca solo y tenga un accidente, ¿qué pasará? ¿Y si tu frigorífico pide cinco kilos de yogures sin tu consentimiento?”, ilustra Ceballo. Sin ir tan lejos, advierte de los nuevos peligros que acechan. “Hay que tener cuidado con las aplicaciones financieras. Le estamos dando toda nuestra información a alguien que no conocemos”. Sin embargo, no ve grandes males derivados de la economía colaborativa. “Está muy pegada al consumidor”.

En compras online surgen miles de dudas y de estafas, como el conocido phishing o suplantación de identidad. Como dice Rubén Sánchez, “el fraude es como la energía, ni se crea ni se destruye, se transforma”. Pone como ejemplo una demanda que Facua tardó cuatro años en ganar: la del redondeo al alza que hacían las compañías telefónicas al cobrar el primer minuto independientemente del tiempo consumido. “¿Qué hicieron luego las operadoras? Subieron las tarifas de forma unilateral e ingresaron más que antes. Lo mismo pasará con la banca: si no pueden aplicar cláusulas suelo, montarán una fórmula para ganar márgenes”. Al final es un juego de suma cero. “Pero tenemos que seguir peleando, esto es tan antiguo como la lucha de clases”.

DE CONSUMIDORES A "PROSUMERS"

¿Cuál es el mejor Jamón York? ¿Y el mejor caldo envasado? En El Comidista, el blog de Mikel López Iturriaga que consultan miles de personas, distintos expertos destripan en catas a ciegas las miserias de las marcas más conocidas del mercado. “Reflejan la opinión de una persona que tiene un conocimiento determinado sobre un tipo de productos. Con estas explicaciones pretendemos a que la gente aprenda a ver por sí misma si un alimento es bueno o no”, explica Iturriaga. “En ningún caso compararía lo que hacemos con las catas mucho más técnicas y rigurosas [en referencia a los análisis de laboratorio que realizan algunas asociaciones de consumidores]”. La clave, cree, está en mantener la integridad, “y decir las cosas que están mal con independencia. Si las marcas pagaran por esto sería un despropósito. Algunas nos han hecho alguna corrección a posteriori, desde el respeto. 

Otras se han dirigido a nosotros para intentar mejorar, y creo que es la actitud correcta ante este tipo de críticas”. 


Hasta la semana que viene.

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.