lunes, 21 de julio de 2014

SER COMPETITIVOS

Estábamos en que “La creación de empleo sólo puede abordarse seriamente mediante acciones contundentes de estímulo a la demanda. Las empresas no se decidirán a crear puestos de trabajo de forma significativa hasta que sus expectativas de ventas y, por tanto de ingresos, sean favorables. Las bonificaciones y las desgravaciones no sustituyen las expectativas de beneficios”

En román paladino: que tal como está montado el tinglado, si la gente no compra a las empresas les falta “el combustible” que las haga funcionar, por mucho que exporte, ya que las importaciones contrarrestan el efecto exportador.

Y a mi teoría, un empresario, colega en Linked-in, contestaba:

“Coincido plenamente con tu conclusión Manuel, yo como empresario sólo pienso en mis clientes y en la forma de dar servicio a sus demandas, si éstas no existen, ¿para qué quiero yo subvenciones a la contratación?
Hay dos políticas que se antojan fundamentales:
1-Bajada de impuestos. El consumidor ha de tener más dinero en el bolsillo y las empresas ser más competitivas.
2-Reestructuración de la deuda. Un porcentaje muy alto de población y de empresas, están en mora por las condiciones asfixiantes de la deuda.”

Y en el post de la semana pasada dejaba que el lector, de acuerdo con sus pensamientos, eligiera entre las políticas de Demanda (Keynes) o las de Oferta (Hayek). Siempre desde la óptica de “tener más dinero en el bolsillo”, para poder consumir los productos y servicios que ofrece la empresa, para que se pueda cerrar el círculo virtuoso Producción-Consumo-Producción. 

Y en ese orden de cosas, decía nuestro amigo empresario que “las empresas deben ser más competitivas”.

Nada más cierto. Pero, ¿qué quiere decir ser competitivos?

Según el Profesor de la Universidad Complutense, García Echevarría, es crear barreras permanentes frente a los competidores. 

La única forma que tiene una empresa para subsistir a medio y largo plazo en los mercados tan competidos como hoy. Y para logarlo debe alcanzar los niveles adecuados de competitividad, lo cual implica tres aspectos claves:


· Racionalidad económica. Los recursos de la empresa deben gestionarse bajo criterios económicos, para que no se produzcan despilfarros y pueda alcanzar altos niveles de Productividad.

· Capacidad de adecuación al entorno. Si la empresa no responde de manera rápida y flexible corre el riesgo de ser aniquilada del mercado por los competidores más agresivos. 

· Capacidad de dirección y organización. Que eleve los niveles de eficiencia en los aspectos relacionados con la dirección y gestión de los recursos.


Bien, como puede observarse la Competitividad está totalmente en manos de la Dirección de la Empresa que es la que realiza directamente, u ordena, la gestión de los recursos, que como hemos visto al referirnos a la Productividad no solo son Recursos Humanos. Se puede ser más competitivos, por ejemplo, teniendo acceso a unos costes energéticos (electricidad) más baratos. Por eso no se explica que de la misma forma que los empresarios; en general, presionan al Gobierno para que intervenga en la reducción de los costes laborales no hagan lo mismo para que les solucionen de una vez el problema tan enorme que tienen con los costes energéticos.

Posiblemente sea porque todavía las empresas de toda la vida sigan haciendo “la cuenta de la vieja” para medir su competitividad-productividad y se olviden de todo lo demás. Es decir, dividiendo la facturación o producción total por el número de empleados de la empresa, sin tener en cuenta ningún otro tipo de recurso. Por ejemplo:


               Producción total:        1.800.ooo metros/año
                                                      -------------------------- = 30.000 metros/hombre
               Núm. empleados                         60


Esto es así todavía en muchas empresas en los tiempos que corren, y en realidad no existe un baremo real de medición del rendimiento, sino que en función de la costumbre, más o menos establecida, y de la rumorología del sector correspondiente, poco a poco se impone que el cociente de metros, kilos, litros, etc./hombre de las empresas que funcionan mejor son el objetivo a conseguir. 

Como se puede observar, un sistema que echa sobre las espaldas del factor humano de producción toda la responsabilidad de la competitividad de la empresa, y libera a la Dirección (que quizás debería darse una vuelta de nuevo por la Escuela de Negocios) de reconsiderar cualquier replanteamiento, cambio o innovación en el modelo de negocios de la empresa.


Hasta la semana que viene

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Si no se acaba de una vez con el desequilibrio entre el ser humano y la naturaleza, nuestros descendientes no querrán ni recordar nuestros nombres.